Conoce el trabajo del “peluquero divino”, tiñe y lava cabello real donado por devotos para la Virgen de Caacupé
Cada diciembre, el peluquero prepara el cabello real ofrecido por devotos, dejando listas las imágenes de la Virgen de Caacupé para las procesiones.

La Virgen de Caacupé es la patrona de Paraguay. Canva/Reuters
En Clorinda, un peluquero, considerado divino, prepara el cabello real donado por devotos para las imágenes de la Virgen de Caacupé. Lavado, tinte y peinado forman parte de una tradición que une fe, promesas y una de las celebraciones más grandes de Paraguay.
En Clorinda, un pueblo fronterizo entre Argentina y Paraguay, el peluquero Javier Bareiro se convierte cada diciembre en uno de los personajes más esperados por los devotos de la Virgen de Caacupé, la patrona de Paraguay.

El cabello de la Virgen de Caacupé es natural y donado por fieles. Canva/Reuters
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Su pequeño salón, normalmente dedicado a cortes y tintes, se transforma durante estos días en un espacio sagrado donde se cumple una tradición profundamente arraigada: lavar, teñir y peinar el cabello natural de las imágenes que participarán en la celebración del 8 de diciembre.
En un reportaje publicado por la agencia Reuters, Bareiro explica que muchas de estas figuras ya no utilizan pelucas sintéticas. En su lugar, lucen cabello natural donado por fieles, personas que prometieron entregar parte de su propio pelo a la Virgen si sus oraciones eran escuchadas. Cumplida la promesa, regresan al salón con un mechón cuidadosamente guardado. Ese cabello se convierte en símbolo de agradecimiento, devoción y fe.
“Lo que pasa es que la mayoría de las vírgenes aquí ya tienen cabello natural, porque cuando se trata de una Virgen con cabello sintético, con el tiempo se afloja y se cae”, cuenta Bareiro. “Entonces, algunas personas hacen una promesa, y cuando la promesa se cumple, vienen y donan su cabello a la Virgen”.
El proceso es casi ceremonial. El cabello se lava con champú neutro, se hidrata, se define con productos para rizos y finalmente se peina para que la imagen luzca impecable en la procesión. El estilista y su equipo trabajan entre oraciones, pedidos y agradecimientos, en un ambiente donde la fe guía cada movimiento.

Lavan el cabello de la Virgen de Caacupé. Canva/Reuters
La tradición está conectada directamente con la devoción a la Virgen de Caacupé, que cada año convoca a miles de peregrinos que caminan hasta su basílica, algunos de ellos de rodillas, para honrarla. En Clorinda, quienes no pueden viajar participan en las procesiones locales, donde las imágenes —ya renovadas y con el cabello cuidadosamente arreglado— recorren las calles sobre carros iluminados por la noche.
Para Bareiro, este trabajo no es solo estética. Es un acto de servicio a la comunidad y una forma de mantener viva una tradición que cruza fronteras y generaciones.



