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  • 16 ABR 2024, Actualizado 11:01

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. La hiper-exigencia, el virus destructor de la salud mental

Para todos aquellos que son súper exigentes, que se juzgan todo el tiempo, que se castigan por no tener lo que creen necesitar

La hiper-exigencia, el virus destructor de la salud mental

La hiper-exigencia, el virus destructor de la salud mental

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Mexico City

Rafael Santandreu, uno de los psicólogos más prestigiosos del mundo. 

Los 3 tipos de súper exigencias que nos vuelven locos.

1º: “DEBO hacerlo todo bien o muy bien; o de lo contrario, soy un maldito gusano de la peor especie: ¡un fracaso!

Luego, hay un segundo tipo de súper-exigencias dirigidas a los demás:

2º: “TODO el mundo me DEBE tratar bien todo el tiempo!”, si no, no lo soporto.

3º: “Las cosas DEBEN funcionar como es debido o todo es una puta mierda”. Los trenes llegar siempre a tiempo, los políticos hacer bien su trabajo, etc.

Cuando estemos neuróticos se nos ha puesto una mente de exigencias dirigidas a nosotros mismos, a los demás y al universo. Y es muy loco porque eso nunca será así y estamos condenados a enojarnos, estresarnos y demás.

Preferencias no exigencias

Es mejor tener una mente de “preferencias” y no de “exigencias”. Una mente de preferencias dice:

“Me gustaría hacerlo todo bien o muy bien, pero no lo necesito para ser muy feliz. Es mucho más importante la armonía y el amor que la eficacia”.

“¿Estaría bien que TODO el mundo me tratase bien todo el tiempo?” ¡Qué va! Es imposible y ¡sería muy raro! Necesitamos sólo que algunas personas, las que tengo alrededor, me traten bien… y no todo el tiempo; porque también son humanas y fallan… y no pasa nada.

Y por último. Me gustaría que todo a mi alrededor funcione como está previsto pero eso no pasará y no sucede nada. ¡Yo voy a ser feliz igual!

Una mente de preferencias no exige como un loco. Es amable, tranquila, flexible y constructiva…

Ejercicio: Compara las súper-exigencias de hoy con las de nuestros abuelos

Fíjate en las necesidades de una persona como tú o yo; que somos jóvenes con nuestros abuelos. Hoy en día, para ser una persona decente y poder salir a la calle… tienes que:

1) tener estudios (al menos leer y escribir)

2) ser elegante (todos los días; no solo los domingos)

3) tener una casa bonita

4) tener muchos amigos

5) tener una gran pareja (no la primera que había libre en el pueblo)

6) haber viajado (si dices que no has salido de tu provincia… ¡no ligas!

7) estar delgado

8) estar en forma… etc, etc .. O DE LO CONTRARIO ERES UN GUSANO FRACASADO…

Nuestros abuelos no tenían ninguna exigencia de esas:

a) delgados?

b) casa bonita?

c) estudios?

d) haber viajado?

Etc. NO TENÍAN CASI NINGUNA EXIGENCIA Y SIMPLEMENTE VIVÍAN Y ERAN FELICES. Aún con muchas menos oportunidades.

¿Por qué nos exigimos tanto?

Eso lo provoca la sociedad de consumo que se rige por una norma que podríamos llamar “¡Cuanto más, mejor!”. De forma insaciable.

Las súper-exigencias es una manera de mantenernos en la vorágine del progreso desbocado.

Los niños lo tienen peor porque ellos todavía se exigen más: no estudiar a lo mejor, pero otras cosas con las que ellos compiten…

Todas las personas somos como niños felices. Cuando estamos bien, no nos exigimos, no tenemos miedos ni presiones absurdas… ¡queremos explorar el mundo!

Proponle a un niño pequeño explorar esa colina y ya verás cómo se apunta lleno de emoción.

Los seres humanos, de forma natural, ¡queremos explorar el mundo! No somos vagos para nada; la vaguería es sólo signo de baja autoestima, de miedos a los que no queremos enfrentarnos…

Tener muchas opciones es bueno y malo.

Una sociedad opulenta te ofrece más oportunidades que nunca.

Puedes estudiar lo que quieras, escoger la novia que quieras, vivir donde escojas… -no como en la época de nuestros abuelos-, pero el problema es que el ser humano convierte con mucha facilidad DESEOS, en NECESIDADES absolutas.

Y eso que es bueno se convierte en una maldición.

Paso de decirme: “Me gustaría tener novia… a: “NECESITO tener novia o seré un maldito frikie, un fracaso…” Y ves, esas oportunidades son losas, obligaciones, súper exigencias.

Son fuentes de estrés en vez de fuentes de alegría y gratificación.

¿Cómo detener la hiper-exigencia en un mundo tan exigente?

Con mucha educación en valores, en filosofía, en lo que quieras que te permita mantener a raya los deseos.

Está bien tener “deseos”; fíjate que un niño sano y feliz quiere explorar el mundo, hacer esto y lo otro… pero hay que convertirlos en “necesidades” absolutas.

Es decir, decirse todo el tiempo: “Me gusta tener novia, pero si la pierdo por lo que sea, yo podré ser feliz igual solo…”;

“Me gustaría tener tal trabajo”, pero si no lo consigo, haré otra cosa… y santas pascuas. Necesito muy poco para ser feliz.

La queja

La queja es una pérdida de tiempo y energía, siempre.

Stephen Hawking, el científico en silla de ruedas no se queja y aprovecha sus oportunidades y él mismo dice que esto es la clave de su fuerza.

Las cosas son como son en cada momento y están bien como son.

Podemos ser felices con ello. ¿Qué queremos mejorar algo? Vale, hazlo.

Pero sólo desde la ilusión y el amor.

La psicología cognitiva aplica eso a cuando tienes una enfermedad grave también! Quejarse no sirve de nada. Intentar mejorar con ilusión sí.

“Psicología Cognitiva”

La psicología cognitiva es la escuela de psicología más eficaz, según todos los estudios y la más científica de todas.

Se basa en que para cambiar tus emociones has de cambiar tus pensamientos, tu diálogo interno. Lo que te dices a ti mismo cuando suceden las adversidades.

Las personas que descubren esta psicología la convierten en su mejor tesoro.

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