"Bardo", una íntima autoficción: Alejandro González Iñárritu
“Es el reflejo de esos eventos colectivos para saber quiénes somos en la memoria involuntaria y la fuente de la imaginación”, comparte el cineasta
Alejandro González Iñárritu presenta “Bardo”, en Así las Cosas
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México
Ideas, sentimientos, miedos; una introspección e íntima autoficción de su permanencia fuera del país, un pozole nostálgico, con mucho amor, hecho con el corazón, así define Alejandro González Iñárritu su más reciente cinta: "Bardo o Falsa crónica de unas cuantas verdades".
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En entrevista para "Así las Cosas" con Gabriela Warkentin y Javier Risco, el cineasta mexicano afirma "me atreví a compartir desde mi experiencia propia, cosas del pasado" que no obstante tiene toque del presente y futuro como con la migración.
"Fue un ejercicio de estar presente en mi propia vida y entender ese viaje que han sido los últimos 20 años", "la coexistencia de dos personas que viven en ti cuando dejas tu país por muchos años".
Luego de siete años de ausencia en carteleras, afirma que el tiempo que deja entre cada cinta, es un retiro en el que no busca películas qué hacer, "ellas me encuentran", como "Bardo", que "es el reflejo de esos eventos colectivos para saber quiénes somos en la memoria involuntaria y la fuente de la imaginación".
"Es la película más visual que he hecho", asegura en donde "los sueños son imágenes desparramadas con profundas atmósferas, donde todo es real", por lo que reconoce el trabajo de previsualización y la labor de su equipo, recreando lo que él reconoce como un "absurdo", el representar algo irracional como 120 mil desaparecidos.
En la parte sonora, Nicolas Becker, diseñador de sonido junto con Martín Hernández, dijo "fueron clave para la historia", pues afirma, "el sonido es más importante que la imagen inclusive", y en ocho meses "expresaron los sonidos de un sueño".
El cineasta afirma que con el éxito se deben hacer buches y escupirlo, ya que puede ser muy complicado, "es un lugar a donde llega uno, es una bola de humo que se te escapa de las manos y puede ser una desilusión".
Finalmente aclaró que "Bardo" no es un testamento, sino una exploración entre lo falso y lo verdadero, aunque reconoce que "ante la muerte no hay certidumbre", concluye.