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  • 19 ABR 2024, Actualizado 19:34

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. Del otro lado del miedo

El miedo nos puede detener de lograr lo que deseamos o nos puede desviar del camino

Del otro lado del miedo

Del otro lado del miedo

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Mexico City

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.

Hoy hablaremos acerca del miedo aprovechando el lanzamiento del más reciente libro de Mario Guerra “Del otro lado del miedo”. Qué es, cómo afecta nuestras vidas y cuál es una manera más sana de empezar a relacionarnos con él para que no nos detenga o nos desvíe del camino.

¿Qué es el miedo?

  • De entrada es una emoción, diría que la reina de las emociones porque de las 5 básicas (alegría, tristeza, desagrado, enojo y miedo) es la más fuerte que asegura la supervivencia.
  • Pero es mucho más que una emoción. Es como una señal de alarma que se activa cuando percibe un peligro para hacernos actuar y ponernos a salvo.
  • En una metáfora personal veo la vida como un camino en el que, inevitablemente, un día nos toparemos con una gran montaña. Una montaña que no puedes saltar, escalar, rodear o cavar para pasar por debajo. Es de roca sólida y la única manera de llegar al otro lado es cruzar una gran cueva que la atraviesa. Puedes detenerte, pero la cuestión es que el camino de la vida sigue y el tiempo no para. La vida sigue del otro lado del miedo y tú, justo porque le temes, dejas pasar muchas oportunidades y años de tu vida sin hacer lo que tu corazón te llama hacer porque tienes mucho miedo.

Le hemos hecho muy mala reputación

  • Como algo propio de cobardes, tontos o débiles. Algo de lo que nos avergonzarnos como si sentirlo fuera un defecto o no fuera algo natural.
  • Hemos inculcado en ciertos contextos, y a veces desde una perspectiva de género, que no hay que sentirlo y, si se siente, hay que hacer como que no se siente.

¿A qué le tenemos miedo las personas?

  • Tenemos muy pocos miedos evolutivos o naturales. El resto son aprendidos de tres fuentes básicas: familia, sociedad y cultura.
  • Los miedos evolutivos o instintivos en los humanos, de acuerdo a diferentes estudios que se han realizado hasta el momento son:

o Miedo a caer

o Miedo a los ruidos fuertes repentinos.

o Miedo a los objetos que se acercan a gran velocidad.

o Miedo a las serpientes y a las arañas.

  • Quien no teme a estas cosas es que aprendió en algún momento de su vida a no temerles.
  • El resto de nuestros miedos es más bien aprendido o producto de la forma en como funciona la mente humana.

o Por ejemplo, quién teme a la oscuridad realmente no teme a la oscuridad, sino a lo que se imagina que habita en la oscuridad que casi invariablemente es de naturaleza dañina

o persecutora.

  • No es sino nuestra proyección de muchos miedos internos.

o La oscuridad debería provocarnos más curiosidad por saber qué hay dónde no podemos ver que miedo por lo que en ella proyectamos.

  • El miedo a enfermar y envejecer tienen que ver con un temor a la muerte, al sufrimiento o al abandono. El miedo a la pobreza tiene que ver con sentir temor de que no se tienen las capacidades para hacerse cargo de la vida (y el miedo al abandono de los otros). El miedo a la humillación o a equivocarse vienen del miedo al rechazo y la exclusión social.

¿Hay miedos más profundos que otros?

  • Están los que la psicoterapia existencial llama justamente miedos o temores existenciales.

o A la muerte, a sabernos solos o aislados en la vida, a que nuestra vida no tenga sentido

y a la libertad.

¿Hay miedos imaginarios?

  • No. Lo imaginario puede ser la razón de nuestros miedos.
  • Por eso se hace fundamental distinguir lo que asusta de lo que es peligroso y esto último de lo que es meramente incómodo o desagradable.
  • Conviene distinguir acerca de aquello sobre lo que podemos actuar (como buscar curar una enfermedad) de aquello a lo que deberíamos adaptarnos (la muerte de alguien).

¿Cómo nos afecta?

  •  El miedo nos puede detener de lograr lo que deseamos o nos puede desviar del camino.

Consume tiempo de nuestra vida.

  • Pero no se va porque le hemos hecho ver que lo necesitamos porque somos incapaces de cuidarnos sin él.

o Esto se lo demostramos cuando obedecemos ciegamente sus instrucciones sin usar la razón para actuar de la mejor manera posible sin tener que frenar o cambiar de rumbo más allá de lo necesario.

¿Por qué hay personas que niegan tener miedo?

  • Porque como hemos dicho, culturalmente se nos ha inculcado que no debemos sentirlo o demostrarlo.

o Por ejemplo, a un niño que teme a la oscuridad se le suele decir que “no tenga miedo porque no pasa nada”. La realidad es que siempre pasa algo, pero ese algo que pasa no suele ser peligroso si tenemos precaución y hemos desarrollado confianza.

o Un mejor abordaje de esto en vez de “no tengas miedo” (que de manera absurda trata de controlar una emoción autónoma) sería decir “aquí no hay peligro, no hay nada que temer”.

o Puedes validar la emoción diciendo “entiendo que tengas miedo si piensas que en la oscuridad hay demonios; yo también lo tendría si pensara lo mismo que tú, pero la realidad es que en la oscuridad lo que debemos tener es precaución, sentir curiosidad y desarrollar confianza para movernos en ella dentro de la medida de nuestras capacidades”

  •  A un adulto podría decirle:

o “Entiendo que tengas miedo de dejar esta relación abusiva si sientes que al hacerlo nunca nadie te va a volver a amar y vas a llorar por el resto de tu vida; si yo pensara lo mismo que tú me sentiría igual o peor; pero la realidad es que, por más que esto te duela y asuste, hay muchas cosas que puedes empezar a hacer para establecer relaciones más sanas con personas diferentes, sólo que eso ahora mismo aún no lo puedes ver porque eso está justo del otro lado del miedo”.

  • Cuando el miedo se niega no desaparece. Lo que hace es disfrazarse de otra cosa para poder cumplir su función que es la de protegernos. Por ejemplo:

o Se puede disfrazar de enojo o agresión (para alejar a lo que sea que te asuste porque el enojo te hace ver grande y poderoso... como el mago de Oz). Esto también pasa cuando se disfraza de soberbia o arrogancia por el temor a que otros descubran que somos el fraude que sentimos en secreto ser..

o Apatía o indiferencia. Duele menos declarar que no se quiere algo que sea desea que asumir que se tiene mucho miedo como para moverse a buscarlo y fracasar en el intento.

o Desapego. Hay quien teme tanto a ser lastimado o abandonado en las relaciones, que literalmente una voz interior le impide formar vínculos amorosos con las personas y entonces se comportan de maneras frías, inexpresivas o distantes con quien dicen amar o con quien los ama. Como con el apego evitativo.

¿Qué hacer?

  • Distinguir lo que es peligroso de lo que asusta:

o Muchas personas temen a cosas que objetivamente no son peligrosas.

  • Hay quien teme más a los tiburones o ratas que a los mosquitos y los mosquitos es el ser vivo que más muertes humanas causa al año en el mundo por las enfermedades que transmite. Mucha gente le tiene más miedo a volar que a viajar en carretera y es mucho más peligroso lo segundo.
  • Tener los triglicéridos o el colesterol alto es peligros, pero muchas personas no le temen al asunto por lo que actúan muy tarde o de plano llegan hasta que la muerte los separe (de la vida).
  • Muchos piensan que lo que se necesita para afrontar el peligro es valor y no negamos que a veces así sea, pero lo que realmente ayuda es la confianza en que encontraremos la manera de actuar, así sea pidiendo ayuda, ante situaciones amenazantes.

o Si puedes evitar, y eso te da buenos resultados ahora y en el futuro; evita.

o Si no puedes evitar, resuelve de la mejor manera posible lo que sea que esté pasando.

Cruza la cueva.

o Si no puedes resolver, afronta; hazte cargo así sea pidiendo perdón o asumiendo las

consecuencias. A veces vas a salir inevitablemente raspado.

o Si sientes que no puedes hacer nada, adáptate, al menos temporalmente, en lo que desarrollas las habilidades y competencias necesarias que te hagan ganar confianza para poder actuar de otra manera. Acampa por un momento afuera de la cueva, no a la espera de una señal, sino ejercitando y practicando lo que haga falta para poder cruzar.

  • Relacionarte con el miedo como lo harías con un amigo que te cuida y ayuda.

o Ni sumisión y obediencia ciega, ni una supuesta dominancia y que te coloques en situaciones innecesarias de riesgo.

o Deja que el miedo te alerte, evalúa cada situación y decide cómo actuar a cada momento.

o Su papel no es el de amo, sino de guía, protector y consejero.

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