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  • 22 NOV 2024, Actualizado 09:45

CON MARTHA DEBAYLE

¿Te odias a ti mismo?

Para todos los que no están a gusto con cómo o quiénes son, y sienten hasta que se odian

¿Te odias a ti mismo?

¿Te odias a ti mismo?

17:32

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Ciudad de México

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta. // TW: @marioguerra

Hay muchas personas que admiten sus errores y defectos, otros que no están a gusto con cómo o quiénes son, pero hay unos más que rebasan la barrera y dicen que se odian por las más diversas causas. Decirles que “valen mil”, que “se quieran más” y consejos similares sólo les hacen tomar conciencia de su “maldad” comparada con la “bondad” del que les quiere ayudar. ¿Cómo es odiarse a sí mismo y qué podemos hacer?

¿Qué odian las personas de sí mismas?

*Lo que haya que odiar.

*Tu aspecto, tu cara, tu cuerpo, tu poca inteligencia, ser alguien malvado, malagradecido, agresivo, un fraude, el hijo que decepciona, alguien con miedo, alguien defectuoso o imperfecto.

¿Por qué pasa?

*Probablemente hubo un momento de tu vida donde aprendiste a mirar más tus defectos y a omitir tus talentos porque es lo que alguien más hacía.

*Quizá de alguna manera fuiste omitido, ignorado por quien se supone debería haberte cuidado, lo que te llevó a concluir que no les importabas y a desarrollar la idea de que eres indigno de ser alguien amado o incluso aceptado.

+Es esta idea, la de tu supuesta indignidad, la raíz del problema y no lo que pudo haber pasado en tu pasado. Es la forma en que te narras los hechos lo que acaba por dañar tu autoestima.

¿Cómo pasa?

*Pensamos que dentro de ti hay un Yo internamente dividido:

+El Yo defectuoso.

-El que es víctima de los juicios y críticas que la voz del Yo opresor le hace constantemente con cada cosa que hace o no hace.

-Es un Yo oprimido e indefenso que ha acabado por creer, sin cuestionar, todo lo que el Yo opresor le achaca.

-Es un Yo pasivo y sufriente.

+El Yo opresor.

-Es una voz generalmente introyectada; generalmente voces de autoridad que no sólo aprendiste a escuchar, sino a reproducir como un eco malévolo dentro de tu cabeza.

-Su cualidad primaria es precisamente que no te deja ser tú, porque para ese Yo opresor, nada es suficiente, todo está mal y hasta lo que te esfuerzas en hacer bien, siempre acabará por tener una mancha o imperfección que “lo eche todo a perder”.

¿Cómo se manifiesta esto?

*Podemos decir que hay 4 formas o manifestaciones en que el odio a sí mismo se puede presentar y afectar nuestras vidas de distinta manera, dependiendo como el Yo opresor y el Yo defectuoso se relacionen entre sí, con los demás y con el mundo.

*El común denominador entre estas 4 manifestaciones es que quien lo padece:

+Se siente diferente o menos que los demás. Como si fuera alguien “raro”.

+Lo anterior lo hace tener una baja autoestima.

+Su autoexigencia es muy grande, lo que le hace ponerse estándares muy costosos o hasta inalcanzables.

4 formas en que puedes odiarte y sus consecuencias

Tú puedes haber desarrollado una o una combinación de estas modalidades para odiarte a ti mismo.

1.- El hijo feo y tonto.

+Imagina que estás como en una película donde un mismo actor hace dos papeles simultáneamente. En este caso tú, por un lado, representas a tu Yo opresor en el papel de una madre o padre neurótico. Por otro lado, también eres el Yo oprimido, que es como un bebé que va siendo cargado por la vida, con desprecio, por el Yo opresor.

+El bebé (el Yo oprimido) tiene necesidades, miedos y deseos, pero el Yo opresor mira su llanto como una lata; percibe al Yo oprimido como alguien al que hay que callar y odiar por pedir amor y aceptación. Este padre o madre “malo” culpa al bebé por su llanto. El bebé no puede defenderse de esto.

+Cuando te miras al espejo es como si miraras a ese bebé oprimido. Miras lo feo, tonto y gordo que es. Lo miras también como alguien inoportuno y estúpido no sólo cuando se equivoca en algo, sino hasta cuando opina o dice cosas acertadas.

+Quieres que todo mundo odie al bebé como tú lo odias. Que lo regañen, lo escupan y le digan que es un estúpido fastidio.

+Lo peor es que lo demás lo ven como lo que es; un bebé mal atendido y entonces cuando alguien lo toma entre sus brazos para consolarlo sientes envidia de que alguien pueda ser tan bueno y quererlo. Sientes más resentimiento hacia el bebé porque cómo es posible que en los brazos de alguien más se siente seguro y en los tuyos no. “Bebé malagradecido”.

+Si alguien te dice que te trates bien te enojas, porque la gente no entiende que no eres tú, que todo es culpa de ese bebé insoportable que tienes que andar cargando por la vida.

2.- El marginado o paria emocional

+En este caso, hasta tu Yo opresivo ya te abandonó; ya te perdió la fe y ya no se ocupa de decirte nada. Piensa que eres caso perdido. Si se presenta, lo hará para verte no con desprecio, sino con lástima y ya no te dice nada porque “ya para qué”.

+Abandonado por todo y por todos, aquí lo que reina es el pesimismo. Nada de lo que hagas tiene caso, sentido o hará que las cosas cambien. Es como la mentalidad de víctima de la que alguna vez hablamos.

+Los logros que pudiste haber tenido, “si los hubo”, ya quedaron en el pasado y no se ve posibilidad de nuevos en el presente o el futuro.

+Buscar salir de esto no tiene sentido y te odias por tu debilidad, por haber permitido este abandono. En el caso anterior aunque sea quedaba la esperanza de la rebelión contra el Yo opresor; aquí ya ni eso existe. La cualidad de esta modalidad es la desesperanza.

+Los consejos, la ayuda o la terapia te parecen igualmente inútiles que inalcanzables. Ya no quieres ideas o soluciones, sino como un indigente emocional, alguna sustancia que te evada de tu realidad.

3.- El narcisista ciego.

+En este caso el mecanismo central es la evasión de la existencia de tu Yo oprimido. Existe, pero cual si fueras un archimillonario que cierra las cortinas de su mansión para no ver la miseria de afuera, tu haces tu “fiesta” por dentro; sólo que es una fiesta muy solitaria.

+Te presumes a ti mismo de tus logros, hablas mal de los mediocres contigo mismo. Tiendes a glorificar tus talentos y logros y no quieres ni pensar en lo que realmente sientes por dentro.

+El efecto de esto es una gran sensación de vacío y soledad. Sabes que tu supuesto bienestar viene a costa del sufrimiento de tu Yo oprimido que está siendo permanentemente ignorado. No quieres que nada ni nadie te recuerde que ese de afuera que tienes en el abandono eres también tú. Por más que quieras que sea invisible, sigue llamando a tu puerta porque tiene necesidades; tiene la esperanza que algún día te compadezcas de él y esto es justamente por lo que te odias: Por ser tan soberbio y vivir en tu burbuja de evasión cuando la otra mitad de ti sufre.

+Lo tentador de esto es que sentirte así te hace sentir que tienes una buena autoestima, pero la realidad es que no. Desarrollas uno de dos tipos de una autoestima frágil:

*Autoestima Jerárquica: Buscas rodearte de personas que tengan peor autoestima que tú para convertirte en el “tuerto en la tierra de los ciegos”.

*Autoestima predadora: En este caso tu odio hacia ti es tanto, pero te sientes tan superior, que no puedes más que proyectar todo el odio y desprecio que sientes hacia tu Yo oprimido en otros. Con la autoestima predadora vas haciendo y diciendo cosas que lastiman a los demás para tratar de hacerlos sentir mal consigo mismos. Es tu pretendida forma de que todos se sientan como tú realmente te sientes por dentro, aunque aparentes lo contrario.

4.- El desesperado.

+Aquí ya no hay apariencias. Te sientes tan mal contigo mismo que ves el desprecio en las miradas de todos y escuchas voces internas que te dicen todo lo malo que hay en ti y más.

+Tienes un gran miedo de las expectativas de los demás que te parecen inalcanzables y hasta injustas. Cualquier petición es vista como una orden; cualquier comentario como crítica. Tú piensas que eso viene de los demás, a veces casi podrías decir lo que están pensando de ti, pero ahora ya sabes que todo es producto de la voz de tu Yo opresor.

+Ya estás harto de esta situación y quieres que todo pare, entonces tu primer impulso es alejarte de todos; aislarte a ver si así se callan esas voces que habitan en tu cabeza y que crees que provienen de los otros. La realidad es que a donde vayas las voces te perseguirán porque no están afuera.

+Buscas ayuda, lees libros, vas a 1 o 2 sesiones de terapia y te sientes en desesperación porque nada parece funcionar; parece que nadie te entiende y todos te decepcionan. Esto no es más que otra proyección de tu sentir interno: no te entiendes y te decepcionas continuamente. No te comprometes con nada en busca de la cura mágica. Tu problema es que estás buscando en la luz, cuando lo que perdiste está en la oscuridad.

¿Qué podemos hacer?

+Por supuesto que, después de saber esto, dan ganas de exterminar o encerrar al Yo opresor para siempre y así liberar a tu Yo oprimido; ¿no es así? Pues nada más contraproducente que esto. Si lo hicieras, sólo estarías intercambiando los roles de ambos. El bueno se volvería víctima y viceversa.

+Es muy importante que recuerdes que ambos son tú y ambos sufren de distinta manera la mala relación que han tenido entre ambos, producto de tu baja autoestima.

+Hay que comprender las necesidades de ambos, tratar bien a ambos y liberarlos de esas voces; cuestionando, sometiéndolas a la duda, pero sobre todo, mirándolas y tratándolas como lo que son; voces y nada más.

Permitirte seguir viviendo una vida así, sin hacer algo al respecto, es como un suicidio emocional; eres asesino y víctima al mismo tiempo

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