¿Hombres Inmaduros? El síndrome de Peter Pan
Hombres que eternamente se comportan como un adolescente y se niegan a posicionarse como un adulto a cargo
México
Vivimos en un mundo patriarcal que siempre ha favorecido el status masculino. Aun así, y con todas las prerrogativas de género que tienen los hombres, hoy más que nunca vemos la figura del varón “des idealizada” por una desesperanzadora realidad que nos deja ver lo poco que han crecido en términos de madurez integral desde que las mujeres empezaron a irse “por la libre” en cuestiones de autoconocimiento, educación y autonomía. Tere Díaz, psicoterapeuta y especialista en desarrollo personas, nos habla hoy sobre el síndrome de Peter Pan.
Es común escuchar a muchas mujeres quejarse de los “hombres”, observar a muchos niños reclamar la presencia adulta y amorosa de un padre y a otros tantos hombres decepcionarse entre ellos y de ellos mismos. ¿De qué va este estancamiento masculino que tiene a hombres, mujeres e infantes desencantados?
Si bien las relaciones humanas –de pareja, de trabajo, de amistad- vienen de un modelo jerárquico de mujer dominada hombre dominante, las mujeres llevamos tres generaciones mejorándonos a nosotras mismas migrando de la subordinación al poder masculino a una autonomía. Atravesamos con esta transformación una situación crítica en la cual los grandes confundidos y pasmados son los varones. Así, la mayoría de los hombres se encuentran desorientados y desencantados, despojados de sus antiguos privilegios y sin caminos claros para la redefinición de su rol.
Las personalidades evitativas o dependientes, el estilo de afrontamiento ante los problemas, el tipo de crianza –en principio machista, sobreprotectora o permisiva- son otros factores que dificultan a los hombres transitar de la infancia y adolescencia a la madurez.
De aquí surge el término Peter Pan, acuñado por Dan Kiley en 1983 que se refiere al hombre que eternamente se comporta como un adolescente y se niega a posicionarse como un adulto a cargo. En los “Peter Pans” se observa un claro desfase entre su edad cronológica y su madurez afectiva.
Este síndrome se caracteriza por alteraciones conductuales como: hombres centrados en sí mismos, que necesitan mucha atención, que no aceptan responsabilidad, se excusan ante sus fracasos culpando a otros, etc. Y alteraciones psíquicas como: baja autoestima, inseguridad y falta de confianza en sí mismo, depresión, ansiedad, miedo a la soledad, miedo al compromiso pensando que les resta libertad, insatisfacción de quienes son, de lo que tienen y de cómo los tratan.
¿Cuál es la solución?
¡Madurar! Tener capacidad de auto observación, auto conocimiento y auto crítica, tolerar la frustración, posponer la gratificación, humildad, hacerse cargo de los retos básicos de la vida (sufrimiento, relaciones, ganarse la vida), autonomía económica y emocional.
Ser maduro no significa ser aburrido, ni perder el entusiasmo y gusto por el placer propio de los niños, sino saber gestionar los deseos con los deberes, aprender asimilar las experiencias (aprender del error y disfrutar los logros).
Recuerda que los hombres que resultan más atractivos a las mujeres son aquellos que tienen capacidad de mejorarse a si mismos, pero mientras las mujeres sigan invisibilizando también los privilegios de género y posicionándonos sumisa y subordinadamente favoreceremos el síndrome de Peter Pan. ¡Dejemos de comportarnos como Wendy!