Gisèle Pelicot: da la cara la mujer a la que su marido drogó durante 10 años para que otros la violaran
La mujer de 72 años pidió que el juicio fuera público, para concientizar sobre estos delitos
Porque la vergüenza es para el agresor, no para la víctima, Gisèle Pelicot asistió con el rostro descubierto a la primera audiencia del juicio iniciado en Aviñón, Francia, contra su ex marido, quien la drogó durante una década e invitó a más de 80 hombres a que la violaran.
El proceso judicial del caso de sumisión química que estremece a la sociedad francesa, también procesará a los 50 hombres que fueron identificados y que abusaron de ella a lo largo de diez años, entre julio de 2011 y octubre de 2020.
Los implicados tienen entre 26 y 74 años, pero aún faltan 30 violadores por identificar, quienes participaron en las agresiones reiteradas.
Sumisión química
Gisèle decidió que el juicio, que durará al menos 4 meses, fuera público para alertar sobre la sumisión química, es decir, el suministrarle drogas a alguien sin su consentimiento, con el fin de cometer agresiones sexuales y otros delitos.
A ella le suministraron somníferos para dormirla profundamente, lo que impidió que pudiera resistirse o recordar las agresiones, además que le causó pérdida de peso, de cabello y un estado de profunda confusión que se llegó a confundir con principios de Alzheimer.
La realidad es que durante todos ese tiempo, la mujer sufrió 200 violaciones cada año, de acuerdo con las pruebas que obtuvo la policía, aunque la cifra real sería de más de 300, con un promedio de 5 o 6 violaciones semanales, de acuerdo con el testimonio que el comisario Bosse Platière dio ante el juez.
Gisèle tuvo conciencia de estos actos hasta que la policía la citó y le informó, debido al material que le confiscó a quien era su pareja.
También espiaba a su hija
El responsable de las violaciones es Dominique Pelicot, un hombre de 70 años que fue marido de Giséle durante cinco décadas, con quien tuvo tres hijos que apoyan por completo a su madre. Hoy, la hija de la pareja se enteró de que su padre también tenía fotos de ella, desnuda.
Gisèle y Dominique se mudaron a su casa de Aviñón después de jubilarse y fue ahí donde tuvieron lugar las violaciones que se descubrieron por casualidad, cuando le confiscaron el teléfono por grabar a varias mujeres bajo la falda.
Dominique nunca intentó negar que drogó a su esposa, que invitó a desconocidos a abusar de ella y que documentó todo, pero rechaza estar implicado en dos casos de violación y el asesinato de una joven ocurridos en los años 90.