“Hay que romperles la madre”
Al frente del contingente que llegó a Michoacán, el general Rodolfo Cruz López, coordinador de las Fuerzas Federales de apoyo de la Policía Federal, dice ¡les vamos a romper la madre!

“Hay que romperles la madre”
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Por Carlos Puig México.- Les han declarado la guerra. En un par de días han muerto 17 agentes y dos militares en Michoacán. “La Tuta”, en un mensaje a un medio michoacano dice respetar al Ejército pero amenaza con seguir liquidando policías federales. Como éstos, los que veo en el avión
Más información
Y es a Michoacán a dónde va el Boeing 727 de la Policía Federal en el que viajé ayer entre 130 policías federales. Van a resguardar la carretera entre Michoacán y Lázaro Cárdenas, la ruta más preciada para el trasiego de la droga. La ruta que hoy disputa la familia como suya. Y se enfrenta a los retenes conjuntos: Ejército, Policía Federal y Armada de México. La ruta que vigilan los helicópteros Blackhawk, imponentes, blindados, con federales armados hasta los dientes, porque más de una vez les han disparado desde tierra. Esta máquina es una maravilla, me dice el piloto… una maravilla. Aún en el avión no se quitan el pasamontañas. No tienen ni 30 años. No hablan mucho en el corto viaje entre el Distrito Federal y Morelia. No sé si sonríen, pero no parece, más de uno no se quita siquiera los lentes oscuros. Advino en sus ojos lo que imaginan. Van a Michoacán, donde les han declarado la guerra. En la pista del Aeropuerto Municipal de Morelia, se colocan de tres en fondo para pasar revista. Esperan los vehículos que los llevarán a las barracas que serán su hogar los próximos dos meses. Al frente del contingente, el general Rodolfo Cruz López, coordinador de las Fuerzas Federales de apoyo de la Policía Federal. A sus 67 años, (que parecen 40 por su estado físico y mental) 50 de ellos con el Ejército mexicano, los últimos tres con la Secretaría de Seguridad Pública, lo ha visto todo, casi todo. Nada disfruta como hablar con los muchachos, como lo hizo buena parte de su vida entrenando equipos de futbol americano. No duda. Les vamos a romper la madre no dice a los tres periodistas que lo acompañamos en el avión. Ya en la pista, frente a sus muchachos, recién llegados al estado en que les han declarado la guerra, pregunto. En este viaje, no hay lugar para la política, para discusiones sobre estrategia, las palabras recurrentes son operativo, operación, despliegue. ¿Repliegue? Le pregunto. Esboza una sonrisa. No. Estoy trayendo trescientos más sólo en dos días. No, repliegue no. En la pista del aeropuerto, momentos antes de abordar los vehículos, se reúnen los policías en torno a su general. Las palabras son, seguramente, similares a las que utilizó cuando dirigió al equipo de los centinelas de guardias presidenciales y le ganó al Tec de Monterrey en Monterrey, única vez que se ha hecho como presume. Aquí no hacemos sociología, damos motivación, construimos líderes
Hay que ponerle huevos, hay que romperles la madre. Les dice
El permiso del general Cruz hace que los policías acepten hablar con nosotros. Serios, siempre muy serios, no les encanta mi grabadora. Me miran fijo cuando contestan. Entre ellos y yo, el R15. En las mesas de debate, en las páginas de los diarios, se habla de táctica y estrategia, de encuestas y política. Se habla poco de estos muchachos. Héroes, víctimas de un país que por décadas no puso atención a sus instituciones de seguridad y justicia, y hoy ha tenido que poner a sus jóvenes, rifle en mano, a combatir a quienes quieren sustituir al Estado
Después de los sucedido este fin de semana, cómo le hace para que ninguno de estos se raje, le había yo preguntado a general Ríos en el avión… ¿usted cree en las vocaciones? Me dijo. Y en su pueblo, en su ciudad… hay narco
Uno de sus compañeros que los recibe, estuvo en el operativo que capturó a “La Minsa” y que después resistió el intento de rescate. Les está contando a algunos de los recién llegados lo que sucedió esa noche amarga. Con “La Minsa” en un vehículo blindado, con su señora e hijo en otro, un comando llegó lanzando granadas para liberarlo. Bajo fuego le dijeron al presunto narcotraficante que ordenara que se detuviera el ataque, que estaban poniendo en riesgo a su propia familia. Si les ha de tocar, les va a tocar, les dijo. Ahí, nos deja prender la grabadora



