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  • 28 MAR 2024, Actualizado 11:42

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. Del hígado graso a la cirrosis

Para lo que son amantes de las comidas grasosas, para los que tienen kilos de más, para los que se alimentan fatal

Del hígado graso a la cirrosis

Del hígado graso a la cirrosis / Getty Images

Ciudad de México

Aldo Torre Delgadillo, gastroenterólogo / Hepatólogo. Investigador invitado en la Unidad Metabólica del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”.

Según la Asociación Latinoamericana para el Estudio del Hígado (ALEH), hasta un tercio de la población de todo el mundo tiene hígado graso no alcohólico y, en el caso de México, la prevalencia podría ser del 50%, al ser uno de los países con una población reúne varios factores de riesgo para desarrollar esa enfermedad.

La cirrosis hepática por hígado graso no alcohólico es la segunda causa de enfermedad hepática en nuestro México y la primera en Estados Unidos.

El 70% de la población en México presenta problemas de sobrepeso u obesidad.

El 50 % de los mexicanos con obesidad y sobrepeso tiene hígado graso.

Cerca del 20% de los pacientes con hígado graso desarrollan cirrosis.

Sobre el hígado

Es el órgano de mayor tamaño dentro del cuerpo.

Recibe aproximadamente 1,5 litros de sangre por minuto.

Es el único órgano que recibe sangre de dos fuentes: la arteria hepática, que aporta la sangre procedente del corazón, y la vena porta, que aporta la sangre procedente de los intestinos.

Suele pesar de 1 kg a 1,5 Kg y medir unos 15 cm de ancho.

Para qué sirve

Es una de las vísceras más importantes por sus funciones:

Producción de bilis, que ayuda a transportar los desechos y a descomponer las grasas en el intestino delgado durante la digestión.

Producción de proteínas y colesterol.

Conversión del exceso de glucosa en glucógeno para almacenamiento.

Regulación de los niveles de aminoácidos en sangre.

Procesamiento de la hemoglobina para el uso de su contenido de hierro.

Conversión del amoníaco tóxico en urea.

Depuración de fármacos y otras sustancias tóxicas de la sangre.

Regulación de la coagulación sanguínea.

Eliminación de bacterias del torrente sanguíneo.

Depuración de bilirrubina, incluso de los glóbulos rojos.

En el primer trimestre del embarazo, es el principal órgano de producción de glóbulos rojos.

¿Qué es el hígado graso?

Es cuando hay una gran cantidad de grasa acumulada en el hígado porque los lípidos entran en las células hepáticas llamadas hepatocitos.

Su presencia, inflama al hígado y daña sus células.

El problema es que el hígado intenta desinflamarse pero con el tiempo después de estar intentando repararse, termina con cicatrices (fibrosis) que dificultan su funcionamiento.

Aunque es normal tener una pequeña cantidad de grasa en estas células, se considera que es graso cuando está conformado por más de 5% de grasa.

Una persona que no es obesa pero que es sedentaria, también puede tener hígado graso.

¿La razón?

Una dieta alta en azúcares, carbohidratos y grasas hace que todas estas sustancias se transformen en lípidos que se van acumulando en el hígado.

Las personas que hacen ejercicio en forma constante, movilizan esa grasa e impide que se siga depositando en este órgano.

¿Qué causa el hígado graso?

Obesidad.

Exceso de grasa abdominal.

Ingesta elevada de carbohidratos refinados.

Consumo de bebidas azucaradas.

Deterioro de la salud intestinal.

Síntomas del hígado graso

Existen varios signos y síntomas de hígado graso, aunque puede que no todos estén presentes.

Fatiga y debilidad.

Dolor leve o sensación de llenura en el área abdominal derecha o central.

Niveles elevados de enzimas hepáticas.

Niveles elevados de insulina.

Niveles elevados de triglicéridos.

¿Cómo puedo saber si puedo tener hígado graso?

Ultrasonido.

Tomografía.

Resonancia magnética.

Estudios bioquímicos.

Fibroscan®.

CIRROSIS: Consecuencia del hígado graso

La cirrosis es la etapa más GRAVE de la enfermedad hepática.

A medida que la cirrosis avanza, se forman cada vez más tejidos de cicatrización, y hacen que el hígado funcione con dificultad. La cirrosis avanzada es potencialmente mortal.

Por lo general, el daño al hígado causado por la cirrosis no puede revertirse. Pero si la cirrosis hepática se diagnostica de manera temprana y se trata la causa, se puede limitar el avance del daño y, raramente, revertirse.

A medida que avanza la cirrosis, los síntomas pueden incluir:

Fatiga.

Aparición de hemorragias o hematomas con facilidad.

Pérdida de apetito.

Náuseas.

Hinchazón de las piernas, los pies o los tobillos (edema).

Pérdida de peso.

Decoloración amarilla en la piel y los ojos (ictericia).

Acumulación de líquido en el abdomen (ascitis).

Vasos sanguíneos en forma de arañas en la piel.

Enrojecimiento en las palmas de las manos.

En las mujeres, ausencia o pérdida de periodos no relacionados con la menopausia.

En los hombres, pérdida del deseo sexual, agrandamiento de los senos (ginecomastia).

¿Qué hacer si tengo hígado graso?

Eliminar el sobrepeso.

Realizar ejercicio diario: caminar, al menos, media hora cada día.

Llevar una dieta rica en grasa beneficiosa: aceite de oliva, maíz o de soja, frutos secos, pescados como el atún, sardina, trucha o salmón; así como en antioxidantes: frutas y verduras. Y evitar la grasa peligrosa: mantequilla, embutidos, carne de cerdo, cordero, leche entera, queso curado.

Moderar la ingesta de alcohol, de manera que el máximo aconsejado es, un vaso de vino o una caña de cerveza al día para los hombres y la mitad para las mujeres.

Mantener controlado el nivel de azúcar, de colesterol o de ácido úrico así como las cifras de tensión arterial.

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