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  • 29 MAR 2024, Actualizado 09:46

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. ¿Y si quien daña las relaciones eres tú?

Para todos aquellos que están teniendo broncas con su pareja, pero le echan la culpa al encierro, al miedo, a la crisis

¿Y si quien daña las relaciones eres tú?

¿Y si quien daña las relaciones eres tú?

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Mexico City

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta. 

Quejarse de una mala relación o echarle la culpa hasta al destino es algo bastante común cuando las cosas no van bien en el amor. Pero al menos en un porcentaje, así sea menor, cada uno es responsable del éxito o fracaso de lo que sea que se proponga y no resulte exitoso, así sea de una mala elección o planeación. Este es un programa para que escuchen los que no quieren oír, así que igual conviene que lo pongas asi como “sin querer” por la casa, a ver quien lo escucha.

¿Todo está mal en tu relación?

Cuando una relación está bien, todo fluye la mayor parte del tiempo sin sobresaltos, lo cual no significa que no haya discusiones y desacuerdos; eso es perfectamente normal. Aún así, una relación de pareja sana es como un refugio, un sitio de paz y amor en el que siempre queremos estar y al cual siempre buscamos volver. La relación se hace valiosa en nuestras vidas y la tratamos en consecuencia.

Pero cuando las cosas se descomponen, todo de pronto se empieza a sentir como una prisión, en donde la obligación por estar reemplaza al gusto y las fricciones, desacuerdos y malos tratos son la interacción central.

¿Te has preguntado qué es lo que hace que todo esté mal?

¿Es la primera vez o ya tienes historial de “mala suerte”?

Generalmente tendemos a culpar primero al otro; a su intolerancia, necedad o malos modos y no sería imposible que algo tenga que ver en toda la crisis.

Pero siempre vale la pena mirar en el espejo y preguntarnos si no seremos nosotros el principal factor que contribuya a descomponer las relaciones.

Para esto basta responder a una pregunta: “¿Esta crisis es algo inédito e inusual en mi vida y relaciones pasadas o la mayoría de mis relaciones del pasado han acabado en conflicto?

Si tu respuesta es que la mayoría de tus relaciones ha terminado mal, es muy probable que al ser tú el común denominador en todas ellas, mucho tengas que ver.

Especialmente si además la causa de lo que ha llevado al abismo a tus relaciones tiende a ser la misma.

Por ejemplo, siempre te traicionan, te engañan, te dicen que eres alguien grosero, impulsivo, celoso, etc.

Esto también es aplicable para relaciones intermitentes; es decir, relaciones en las que vas y vienes con la misma persona.

¿Qué puedes estar haciendo (o dejando de hacer) que arruina tus relaciones?

Descontando que seas una persona abiertamente agresiva en cualquiera de sus formas, hay ciertas conductas especialmente tóxicas que puedes estar teniendo y que sin duda son capaces de arruinar la mejor de las relaciones si se hacen persistentes.

Te desresponsabilizas

Ahora resulta que tú nunca tienes la culpa de nada.

Incluso puede que te vendas constantemente como la víctima.

Y si tú nunca tienes la culpa de nada y de pronto hay un problema en casa o conflictos en tu relación, ¿quién va a acabar siendo el responsable o culpable a tus ojos?

Quien sea que viva en esa casa, pero especialmente tu pareja.

Esto se puede hacer extensivo a otras áreas de tu vida, especialmente cuando piensas que todos son estúpidos, que todos están mal.

Esto hará que además te quejes constantemente de todo y eso, por decir lo menos, no suele ser algo romántico o que favorezca la intimidad en una relación de pareja sana.

Adicionalmente, y para acabarla, como según tú no tienes la culpa de nada, nunca pides perdón y mucho menos reparas nada.

No quieres hablar o afrontar los problemas

A veces no quieres hablar con tu pareja de tus problemas porque piensas que no puede hacer nada para resolverlos y para qué preocupar.

Pero la realidad es que una pareja no está para resolverte los problemas, sino para escucharte, acompañarte y validarte en lo que juntos, si es posible, salen del bache del momento.

Si tú le cierras la puerta a tu pareja a lo que llamas “tus problemas”, estás cerrando también una puerta a tu mundo interior y así no hay relación que pueda funcionar de manera satisfactoria.

De igual manera si tu pareja te pide hablar o te dice que tienen un problema, tu peor respuesta sería ponerte a la defensiva o minimizar o incluso negar que haya un problema.

Un problema en la relación es un problema de los dos y negarlo, minimizarlo o no hacer algo útil sólo hará que todo se deteriore cada vez más.

Las soluciones a los problemas no suelen darse por generación espontánea y sí requieren de la intervención de ambos, llegando a nuevos acuerdos.

Es muy probable que en este caso seas una persona evitadora de conflictos y con tal de llevar la fiesta en paz por el momento, eres capaz de dejar que una relación se deteriore a largo plazo.

Mucho de lo que se oculta detrás de este patrón es ansiedad.

Eres alguien envidioso.

Normalmente una persona se alegra con los éxitos de su pareja, aunque estos puedan ser convencionalmente mayores a los que cada uno ha tenido.

Tu tendencia puede ser a minimizar, ridiculizar o despreciar cualquier logro de tu pareja.

“Oye mi amor, fijate que ya me aprobaron el crédito para expandir el negocio ahora que vayamos retomando actividades”

Mmmmm, pues ten cuidado. Ahorita las cosas no están para pensar en expandirse y andarse endrogando. Por andar jugando a la emprendedora a ver si no nos metes en deudas impagables.

Después de todo siempre se puede decir que cualquier cosa menor que un Oscar o el premio Nobel no es sinónimo de éxito.

“Ya me dieron mi resultado del exámen que presenté y me dieron mención honorífica”

“Pues lo menos que tenías que haber sacado, ¿no?. Después de que te mataste estudiando y nos la pasamos encerrados tantos fines de semana si quiera dirás que valió la pena; supongo que ya estarás contento.”

Es como si el éxito fuera un bien material y al tenerlo el otro te lo estuviera quitando a ti.

Es probable que lo que te pasa en el fondo es que sientas que cuando tu pareja es más exitosa, a sus ojos tú te conviertes en alguien menos valioso y entonces acabaría por dejarte.

Traes “freno de mano”

Tu forma de relacionarse manda señales claras que estás comprometido y quieres invertirle a esa relación, pero de pronto, cuando tu pareja habla de un futuro a largo plazo, de vivir juntos, de tener hijos o invertir en una casa, parece que empiezas a tener dudas y te comportas como si ya estuvieras a punto de salirte de la relación.

Por supuesto que en el fondo quieres una buena relación duradera, pero tus miedos te hacen echarte para atrás, como si de pronto hubieras puesto el freno de mano.

¿Miedo a qué? Al abandono, a la traición o a que te dejen de querer si te arriesgas más allá de tus límites imaginarios.

Con esto una persona sana no se siente segura contigo y la relación no puede fluir libremente. Seguramente se irá, lo que confirmará el temor que tenías y entonces será peor la próxima vez.

Esto sucede cuando tienes problemas para formar vínculos sanos, como cuando tu estilo de apego es evitativo.

Finalmente si estás bajo este supuesto, es muy probable que continuamente estés amenazando de manera directa o indirecta con dejar la relación.

Es evidente que con esto nadie puede asentarse con confianza en ninguna relación.

Celos

Si el amor se compone, como nos dicen algunas teorías de las emociones, de confianza y alegría, los celos no permiten ninguna de las dos cosas.

Cuando eres una persona celosa en realidad no estás dudando si tu pareja va a engañarte o no, sino lo que estás tratando de identificar es cómo, cuándo y con quién.

Una forma muy dañina de ganar una falsa seguridad cuando se tienen celos es volverse territorial y/o controlador.

Querrás siempre saber dónde está tu pareja, qué hace, por qué se tarda 5 minutos más o incluso “en quién está pensando” cuando guarda silencio.

Los celos te pueden volver alguien paranoico y sobre todo muy irracional y hasta violento.

Sobra decir las consecuencias de eso en una relación, pero sobre todo el daño que puedes hacer a la confianza y hasta la autoestima de tu pareja, quien tratará inicialmente de darte seguridad, pero tú todo lo interpretas como pruebas de su culpabilidad.

¿Cuál puede ser el problema de fondo?

Que tu forma de relacionarte, de confiar y de formar vínculos la desarrollaste muy temprano en la infancia, incluso antes de que aprendieras a hablar y, por supuesto, a socializar.

Si fuiste de alguna manera abandonado aprendiste a abandonar. Si no fuiste escuchado, aprendiste a no escuchar. Si aprendiste que tus necesidades no importan, nada te dejará satisfecho, pero tampoco te importaran las necesidades del otro.

Es complejo darte cuenta de estos patrones y repararlos porque, como lo aprendiste muy temprano, fueron aprendizajes inconscientes y con mucha carga emocional, principalmente de miedo.

Recordemos que el enojo impulsivo es una forma reactiva de defenderse de una amenaza percibida.

¿Entonces soy una persona tóxica?

No hay garantías, pero la buena noticia acá es que lo más probable es que tu forma de reaccionar, tus actitudes y conductas sean las que estén resultando tóxicas.

Esto se da especialmente cuando:

Eres impulsivo

No reflexionas acerca de lo que dices o haces.

Aunque sea luego de los incidentes.

Porque no te cuestionas lo adecuado o no de lo que haces.

Eres poco empático.

No mides, piensas o te importa el impacto de lo que dices o haces en la otra persona.

¿Qué se puede hacer?

Asume aunque sea el 1% de responsabilidad en los problemas que se han dado en tus relaciones (es evidente que tienes mucho más) y empieza a identificar qué es lo que sueles hacer que descompone todo.

De ser posible, para la conducta que haga daño. A veces hacer consciente lo inconsciente es un muy buen primer paso para cambiar o para asumir que se necesita ayuda.

No busques que tu pareja haga algo por repararte (por ejemplo, darte confianza con cambios de conducta o poniéndole pruebas para ver cuánto te quiere). Asume tú la responsabilidad de buscar ayuda profesional, antes que sea demasiado tarde.

Prepárate para sentirte mal contigo. Generalmente descubrir que hemos tenido más responsabilidad de la que estuvimos dispuestos a reconocer nos provoca tristeza y frustración, pero justo ese sentimiento es el que impedirá que te vuelvas a acomodar en la ignorancia y en viejos patrones destructivos.

El malestar y la incomodidad suelen empujarnos al cambio.

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