Las familias pequeñas ¿viven mejor? La antesala de una crisis mundial de natalidad
Hay un problema demográfico global que hay que atender

Hay un problema demográfico global que hay que atender. / Aldo Murillo
Hace 10 años en una visita que a la Grand Lodge of Free and Accepted Masons en New York, tuve oportunidad de platicar con un maestro grado 33 sobre los problemas de la agenda global en materia de control de natalidad. Este, señor que rebasaba los 50 años en aquel entonces, me decía que era urgente atender la crisis de natalidad que se aproximaba en los países occidentales derivado de las políticas orientadas a que “las familias pequeñas vivián mejor”. En aquellos momentos esa charla me pareció un tanto exagerada, ya que este masón decía que todas las campañas entorno al empoderamiento de la mujer, los contenidos como la serie de Friends y demás bombardeo mediático, estaba enfocado a convencernos de que no era del todo bueno tener hijos “para tener una mejor vida”.
Este momento había quedado prácticamente en el olvido, hasta que leí el artículo de Eade Hemingway, Janina Conboye y Richard Milne en el Financial Times en donde hablan como en Lestijärvi, un pequeño municipio finlandés, pensó haber dado con la clave para revertir el declive poblacional. Un pago anual de 1.000 euros durante 10 años a las madres de los recién nacidos como incentivo. Sin embargo, una década y más de 400.000 euros después, la población del pueblo se ha reducido en una quinta parte. Por lo que estas políticas parecen no haber valido la pena, según el ex jefe de educación Niko Aihio, ya que el auge de natalidad solo duró un año después de la implementación de estas políticas. El fracaso de esta población en Finlandia, es un ejemplo de lo que sucede en el mundo, subraya este artículo.
A pesar de varios incentivos de este tipo en varios paises, , las tasas de natalidad continúan cayendo en picada en todo el mundo.
Esta recesión demográfica, ha sido denominada como un “suicidio demográfico” por la Fundación Robert Schuman y representa una amenaza significativa para las economías globales. A medida que las poblaciones envejecen y la fuerza laboral se reduce, los gobiernos enfrentan una creciente presión sobre las finanzas públicas, una menor dinámica económica y una sociedad menos emprendedora. Olli Rehn, gobernador del banco central finlandés, destaca la tensión en las finanzas públicas debido al empeoramiento de los índices de dependencia.
La disminución de la tasa de natalidad es un problema universal que afecta a todos los continentes. Dos tercios de la población mundial vive en países donde las tasas de natalidad están por debajo del nivel de reemplazo (2,1 nacimientos por mujer). Para 2100, la ONU proyecta que solo 12 países, principalmente en África, tendrán tasas de fertilidad por encima de este umbral.
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Esta tendencia tiene profundas implicaciones económicas. Menos trabajadores y más jubilados que tensionan los ingresos fiscales, al tiempo que aumentan los costos asociados con el envejecimiento, como las pensiones estatales y la atención médica. S&P Global estima que los déficits fiscales podrían dispararse hasta el 9,1% del PIB para 2060, casi triplicando la deuda neta global del gobierno. McKinsey sugiere que las economías ricas como el Reino Unido, Estados Unidos y Japón necesitarían duplicar el crecimiento de la productividad para mantener las mejoras históricas en los niveles de vida en medio de fuertes caídas en sus tasas de natalidad.
Si bien algunos podrían señalar que los problemas económicos globales son una causa, los datos históricos sugieren que las tasas de fertilidad generalmente se recuperan después de períodos de inestabilidad. Incluso en los países postsoviéticos, los aumentos iniciales ahora están disminuyendo. El problema central radica en los cambios en las presiones sociales y el papel cambiante de las mujeres, tal y como me lo comentó en su momento el masón grado 33 ¡hace 10 años!
Sarah Harper, directora del Instituto de Envejecimiento de la Población de Oxford, observa una disminución en la obligación social percibida de reproducirse. Las carreras y el aumento de la igualdad de género han llevado a las mujeres a priorizar otros aspectos de sus vidas. En países como China, incluso la abolición de la política de un solo hijo no ha estimulado aumentos significativos en las tasas de natalidad.
Heidi Colleran, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, enfatiza la falta de consenso sobre las causas fundamentales, citando factores como el auge de la familia nuclear, los cambios en las edades de matrimonio y los retrasos en los primeros nacimientos. Si bien la elección personal juega un papel, los estudios sugieren que muchos desean más hijos de los que tienen, lo que indica que es necesario hacer cambios en las políticas e incentivos para poder lograrlo.
Barreras como los costos de cuidado infantil, el acceso a la vivienda, la inestabilidad financiera y la desigualdad de género contribuyen a tasas de natalidad más bajas. Las políticas familiares de apoyo, incluido el acceso al cuidado infantil, los incentivos financieros y los entornos laborales culturalmente aceptables para los padres, pueden hacer la diferencia, argumenta Rehn. Expertos como Lyman Stone sugieren que, si bien los programas de “bonificación por bebé” pueden no resolver el problema por completo, pueden mitigar una mayor disminución.
Sin embargo, la experiencia de Finlandia demuestra que el dinero no es la única respuesta. Tener buenos servicios puede ser más efectivo que regalar dinero, tal y como sucede en algunos países de Europa y que incluso ha detonado oleadas de inmigrantes de otros países por este tipo de políticas.
Las políticas como bien enumera el texto, deben adaptarse a grupos demográficos específicos. Las mujeres con niveles educativos más bajos pueden necesitar apoyo relacionado con la estabilidad de las relaciones y la proximidad a la familia, mientras que las mujeres con educación superior pueden requerir asistencia para navegar por la carrera y la vida familiar.
Algunos argumentan que centrarse únicamente en las tasas de natalidad es un error. Edward Paice, un experto en demografía sugiere que la inmigración puede ser una solución viable para los desafíos demográficos occidentales en la actualidad. Pero si bien Rehn reconoce la importancia de la inmigración relacionada con el trabajo y la educación, también admite sus desafíos políticos. De manera similar, elevar la edad de jubilación, aunque es económicamente necesario, enfrenta una oposición política significativa casi en todo el mundo, como se vio en las recientes protestas en Francia y China.
Indudablemente abordar la crisis de fertilidad global requiere ver todo con enfoque distinto, incluso me atrevería a decir que implica de nuevo un cambio de paradigma que tiene que permear incluso a nivel mediatico. Si bien los incentivos financieros pueden jugar un papel importante como menciona el texto del Financial Times, no lo es todo. Las políticas deben abordar temas más complejos como lo social, económico y cultura para que de nuevo se pueda influir en las decisiones reproductivas. Caso contrario, esta bomba de tiempo demográfica continuará amenazando la estabilidad global.
Con todo esto solo me resta concluir que, si este señor con el que platique hace 10 años, ya lo veía venir, quien sabe donde estemos parados y quizá los datos a los que hace referencia este texto se estén quedando incluso, un poco cortos.