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  • 25 ABR 2024, Actualizado 10:07

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. Cabin fever: ¿Qué hacemos?

Para todos los que ya están hartos, se sienten atrapados, enjaulados, sienten que su casa más que un refugio, se está volviendo una cárcel

Cabin fever: ¿Qué hacemos?

Cabin fever: ¿Qué hacemos? / Getty Images

Mexico City

Laura Rojas-Marcos, doctora en Psicología clínica y de la salud. Investigadora, conferencista, psicoterapeuta, docente y escritora. Se licenció en Psicología Clínica en la Universidad de Nueva YorK.

El término “CABIN FEVER” empezó a mencionarse a comienzos del siglo 20 en Estados Unidos para describir un tipo de estado mental causado por meses de aislamiento, soledad y aburrimiento, por los largos e intensos inviernos que azotaban las latitudes extremas.

Los problemas relacionados con la pandemia, en espacial el confinamiento y distanciamiento social, desencadenaron en muchas personas tristeza, preocupación, miedo, ira, frustración, culpa, etc.

OJO:

El síndrome de la cabaña es el miedo a salir, porque una persona se siente más segura en casa.

La fiebre de la cabaña es el miedo a no poder salir, que provoca la sensación de sentirse enjaulado y atrapado, por lo que tiene que ver con la claustrofobia.

¿Qué puede causar este estado?

El detonante parece ser el aislamiento.

Mucho puede depender de las condiciones de éste, como la estrechez de la vivienda, si se está sólo, el tipo de personas que te acompañan, una rutina monótona o -inversamente- no tener una rutina, la falta de estímulo, la situación geográfica y las inclemencias del tiempo.

El aburrimiento y la falta de estímulo pueden desgastar la mente.

¿Nuestra casa ha sido refugio o jaula?

Ambas cosas.

Para algunos ha sido una jaula y una habitación de tortura, sobre todo para quienes conviven con gente con la que tienen una mala relación y en hogares donde se respira un ambiente de agresividad.

Para otros, ha sido un refugio.

Para la mayoría ha sido las dos cosas, al margen del tamaño de sus viviendas, una cuestión que también influye.

Síntomas

Es lógico que después de un periodo largo de confinamiento haya manifestaciones psicológicas

Miedo por la pérdida del control de múltiples factores externos

Miedo a contactar a otras personas fuera de nuestra casa

Miedo a realizar actividades que antes eran cotidianas

Utilizar medios de trasporte público

Culpa por contactar a seres queridos

Miedo al estigma, de familiares o personas que se han recuperado de COVID-19

Miedo al rechazo

¿Lo tengo?

Aunque no hay un consenso ni delimitación de los síntomas, es probable que las personas que tienen este fenómeno sientan principalmente miedo y ansiedad.

Recordando que el miedo es una respuesta emocional a una amenaza inminente

Mientras que la ansiedad es una respuesta anticipada a una amenaza futura

Ojo si tienen:

Falta de paciencia al convivir con personas desconocidas

Sentimientos de cansancio y fatiga

Ausencia de motivación por salir

Falta de voluntad

Desinterés por actividades fuera del hogar

Tristeza o desesperanza

Dificultad para concentrarse

Reducción de productividad

Desconfianza y/o suspicacia

Alteraciones del apetito

Alteraciones del sueño

Letargo

¿Quiénes son más vulnerables?

Quienes tienen padecimientos psiquiátricos (ansiedad, depresión, estrés postraumático, TOC entre otros).

Quienes no habían abandonado su casa durante el confinamiento o aquellos que pasaron solos la cuarentena.

Quienes han sufrido pérdidas durante la pandemia y tienen miedo a ser contagiados

Quienes tienen dificultades para ser resilientes

7 CLAVES PARA SER MÁS RESILIENTES

Ten un plan de acción, te ayudará a tener una sensación de control sobre tu día a día.

Usa esta regla de 3: el día tiene 24 horas, si las divides entre 3 quedan 8. Dedica 8 horas a trabajar, 8 a descansar y otras 8 a ti mismo. Será más o menos fácil según cada situación, pero el autocuidado es importante.

Mantente ocupado. No estresado, sino de una manera ordenada, aunque puedes cambiar el orden de las tareas para no sentir que todos los días son iguales. El ejercicio y la meditación ayudan mucho.

Sé realista, flexible y paciente. Ten los pies en la tierra y al mismo tiempo sé comprensivo y empático contigo mismo.

Céntrate en el presente: ¿Hoy qué puedo hacer? Es muy importante cómo te organizas el día.

Crea círculos virtuosos. Son los buenos hábitos (amables, responsables, de autocontrol, de diversión, de desahogo). Es lo contrario a los círculos viciosos, que son destructivos.

Tener un propósito. ¿Por qué y para qué voy a hacer esto? ¿Qué puedes hacer por ti y qué puedes hacer por otros? Cuando ayudas a alguien te sientes bien.

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