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  • 18 ABR 2024, Actualizado 05:43

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. El ABC de las relaciones tóxicas

Para todos los que andan en una relación donde no se sienten libres, hay competencia constante y hasta viven con miedo

El ABC de las relaciones tóxicas

El ABC de las relaciones tóxicas

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Mexico City

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.

Mucho se habla de relaciones tóxicas, pero muy poco se les comprende a pesar de que muchas personas se encuentran en este mismo momento inmersas en alguna y a veces hasta sin darse cuenta. Vamos juntos a repasar algunos de sus aspectos más fundamentales acerca de por qué entramos en ellas y, lo más importante quizá, como salir de ahí.

¿Qué es una relación tóxica?

Es una forma de relacionarse en donde uno o ambos presentan en general los siguientes signos:

Hay competencia, en vez de cooperación.

Hay faltas de respeto (de acuerdo para los estándares de al menos uno).

No se puede ser libre de ser como se quiere ser sin recibir constantemente:

Quejas, críticas o regaños.

Se vive en un miedo constante de ser abandonado.

Se convierte en una relación ambivalente o de amor/odio.

Podríamos decir que es una relación que te quita más de lo que te da y en la que inviertes mucha energía para obtener muy poco de satisfacción.

Responde las siguientes preguntas:

¿Esta relación me hace feliz?

¿Me da más de lo que invierto en ella?

¿Mi pareja y yo estamos creciendo juntos o uno crece o sobrevive a expensas del otro?

Como si uno de los dos fuera un lastre inclusive.

¿Te sientes con confianza de tratar con tu pareja cualquier tema o te sientes nervioso o incómodo por temor a su reacciones en temas delicados?

¿Cuándo estás con tu pareja sientes que puedes dar lo mejor de ti o sientes que saca tu peor parte?

¿Una relación tóxica es una relación abusiva?

No necesariamente, porque en una relación abusiva hay uno que siempre es el que ejerce algún tipo de abuso desde una posición de poder o manipulación maligna.

Una relación tóxica es una dinámica viciada que no se da sin la participación de alguna manera de ambos miembros de la pareja.

En una relación tóxica puede haber comportamientos agresivos (activos o pasivos) de ambas partes y si llega a haber violencia, esta también es recíproca.

¿Eso significa que si yo me considero una víctima, puedo estar contribuyendo a intoxicar esta relación?

Definitivamente porque recordemos que en la relación tóxica no existe la intención maligna de violentar, manipular o controlar al otro.

Es más bien una dinámica enferma y a veces bastante compleja que se da entre ambos del tipo:

Tu pareja te hace un reclamo por algo que no le parece correcto y tú:

Sólo guardas silencio

Te haces el ofendido y le dejas de hablar.

Le contestas con otra cosa que ni al caso con tal de devolverle la agresión.

Sabes que a tu pareja le fastidia que hagas algo que tú haces a propósito porque estás enojado por una cosa que dices que te hizo y que ni le has dicho que te molesta.

Como estás enojado porque sientes que tu pareja no te da tu lugar cuando en una reunión de amigos no está todo el tiempo contigo, ahora de regreso a casa manejas a exceso de velocidad porque sabes que eso pone ansiosa a tu pareja, que acaba gritándote por manejar así y tú acabas por decirle que tu manejas como te da la gana porque es tu coche y si no le parece que se regrese en taxi o a pie.

La cuestión es que tu pareja no sabe exactamente como te sientes cuando tu sientes que en las reuniones no te da tu lugar solo por platicar con otra persona.

Empiezan a insultarse mutuamente en medio de una discusión y no paran hasta que uno de los dos toca un “botón” del otro que realmente enoja o duele y entonces revienta (se marcha o se violenta).

Sabes que tu pareja es celosa y como ya hasta estás hasta el tope de sus reclamos ahora ya dejas que “piense lo que quiera” cuando en realidad si haces cosas que hacen parecer justo lo que te está reclamando.

Quieres decir o hacer algo agradable por tu pareja, pero te detienes para que no vaya a pensar que tiene ventaja sobre de ti o porque cada vez que esto pasa te acuerdas de algo que te hizo hace ya mucho tiempo y entonces te convences de que no se merece un trato cariñoso.

Eres alguien demasiado quisquilloso en los detalles y entonces todo acaba en pelea porque cuando tú atacas las imperfecciones de tu pareja ella se defiende señalándote las tuyas, lo cual ya no te gusta y entonces empiezan los insultos o el mal trato.

¿Por qué si estas relaciones no son buenas nos quedamos en ellas?

Miedo

A no saber cómo estar sólo (porque de poder, se puede).

A las fantasías catastróficas que proyecta tu niño o niña interior producto de una infancia complicada que generó una desconfianza básica en las relaciones afectivas.

A la pérdida. Cuanto más tiempo invierte uno en una relación (aunque la inversión no de buenos rendimientos) más se siente que se pierde si se renuncia a eso.

Con tal de no irte con las manos vacías acabas por tenerlas llenas de dolor.

Baja autoestima

En la película “Las ventajas de ser invisible” se cita una frase que dice: “Aceptamos el amor que creemos que merecemos”.

Con baja autoestima sientes que no tienes muchas alternativas a otro tipo de relación, pero esa misma baja autoestima te puede hacer ser muy reactivo, sensible, quisquilloso, demandante y hasta grosero en tus relaciones.

Adicionalmente este tipo de relaciones acaban por dañar la ya de por sí frágil autoestima que pudieron haber tenido.

Malignización

Haces de tu pareja tu peor enemigo, pero a la vez es alguien a quien amas.

Con la ambivalencia cuesta separar a la persona que se ama de las conductas que hacen daño. Entonces cuando estamos bien todo parece maravilloso y cuando no, todo se maligniza. Si todo fuera muy malo (como en una relación abusiva), sería más claro que algo no está bien.

Tu propia infancia

Uno identifica lo que es amor como nos enseñó que se comportaba quien decía amarnos.

Confundimos el amor con otra cosa como sufrir o sentir ansiedad o estrés.

Recordemos que el amor se compone de confianza y alegría.

Fuga por triangulación.

En vez de arreglar las cosas entre Ustedes, van y ahora le hacen la vida imposible a un amigo o amiga cuando le llaman para contarles “la última” de su pareja.

Al quejarte con otro es verdad que sientes que te desahogas, pero recuerda que ese otro no puede resolver el conflicto que han generado tú y tu pareja en su relación.

En el mejor de los casos ese amigo te tranquiliza minimizando el problema; en el peor, te calienta más la cabeza.

¿Pero qué tiene de malo estar así si nos queremos?

Se dice que “poco veneno no mata”, pero es la persistencia de la agresión recíproca y lo que se conoce como “escalada de poder” lo que hace que todo vaya empeorando.

La escalada de poder se refiere a la implementación cada vez más drásticos o agresivos para obtener lo que se desea del otro.

No haces lo que te digo, te grito.

Me gritas, te contesto con una grosería

Me contestas con una grosería, te escupo en la cara.

Me escupes en la cara y te aviento a la cama.

Me avientas a la cama y te pateo.

Me pateas y me voy.

Te vas y entonces si me las pagas.

Todos pierden al final, porque no sólo dañan a su relación, sino la confianza e incluso a cada uno de Ustedes.

¿Entonces como salir de ahí?

No se trata necesariamente de cambiar de pareja, sino de actitudes entre ambos.

Pero para cambiar la actitud hay que cambiar de alguna manera la perspectiva o el sentir. Deberíamos generar más empatía con el otro y escuchar lo que tiene que decir sin apresurar la necesidad de justificarnos o defendernos.

Tu pareja no es tu enemigo, a menos que sí lo sea.

Tú no eres una víctima de su maldad, a menos que sí lo seas.

En cuyo caso debes abandonar todo intento de reparación y entonces ponerte a salvo.

Fortalece tu autoestima.

Con esto evitarás ser tan reactivo y vulnerable.

No habrá necesidad de gritar porque ya no te sentirás tan pequeñito como para tener que seguirlo haciendo y ser escuchado.

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