A mi manera: Organilleros
Soy Melissa Mochulske y hoy les voy a contar la historia de los organilleros, a mi manera.
Ciudad de México
Soy Melissa Mochulske y hoy les voy a contar la historia de los organilleros, a mi manera.
El organillo es un instrumento musical portátil que fue inventado a principios del siglo XIX en Inglaterra. Prácticamente es un cajón de madera con cuerdas de piano al interior que suenan al girar un cilindro que contiene púas de diferentes formas y tamaños que, a su vez, mueven a unos macillos que las vibrar.
Hacia finales del siglo XIX aparecen los organillos neumáticos que reemplazan el cilindro convencional de 10 melodías por pliegos de cartón perforado, lo que trajo consigo un repertorio mucho más amplio de música popular, anunciando lo que sería una importante tendencia del siglo XX: la música envasada.
¿A que no sabían que el organillo fue precursor del radio, del gramófono y por ende, hasta de los dispositivos móviles con los que escuchamos música hoy en día?
Los organillos llegaron a México gracias a los inmigrantes alemanes cerca del año 1884.
Empresarios, circos y ferias compraron los primeros organillos en México. Poco a poco, se expandieron hacia las calles en pleno Porfiriato en donde se rentaban como fuente de trabajo y hasta para dar serenatas.
Al terminar la Revolución mexicana, se empezaron a alquilar para ganar dinero en la calle y fue entonces cuando se adoptó localmente esta tradición e incluso se cambiaron las melodías circenses por canciones típicas mexicanas que, en su mayoría, hacían alusión a la Revolución.
En 1975 se formó la Unión de Organilleros la República Mexicana y en ese entonces contaba con 120 miembros, de los cuales hoy quedan menos de 50, y es que ser organillero es uno de los oficios que más ha sufrido el paso del tiempo pues hay que tener mucha fuerza y buena voluntad, imagínense que cada organillo pesa entre 50 y 60 kg. y diariamente los cargan por toda la ciudad teniendo que pagar una renta de 150 pesos.
Las ciudades de México y Santiago de Chile, son las únicas en el mundo donde aún se pueden encontrar organillos en las calles. Si queremos conservarlos, vale la pena agradecerles por continuar con esta tradición y contribuir a su ardua labor.
Soy Melissa Mochulske y esta fue la historia de los organilleros, a mi manera en W Radio.