Frida Kahlo: Del lienzo al icono global de la cultura pop (La Fridamanía)
La vida de Kahlo, sus aportaciones y la razones detrás de la comercialización de su imagen
Actualmente, la imagen de Frida Kahlo (su característica uniceja y su tocado de flores) se encuentra en todo tipo de mercancía de México: tiendas de regalos, departamentales, galerías o mercados de artesanías. Sin embargo, su presencia trasciende las fronteras nacionales; en distintos países y continentes, se puede encontrar a Frida, como un símbolo global, sea en Atenas, Lima, Nueva York, Estambul, Madrid o Sao Paulo. Su rostro no solo está multi difundido, sino es de los únicos rostros -de hombre o mujer- que se pueden encontrar en muchos países. Es un hecho que los productos que llevan su ícono son exitosos globalmente. ¿Cuál es la razón detrás de este fenómeno, más allá de su exitosa carrera artística?
Una vida que se hizo arte
Para responder esta pregunta, debemos entender quién era esta celebridad del pasado. Frida Kahlo, una figura cuya vida es muy conocida en México pero a menudo ignorada en el extranjero, nació en la Casa Azul de Coyoacán, Ciudad de México, el 6 de julio de 1907, aunque más tarde cambió su año de nacimiento a 1910. Su herencia era diversa: su padre, Guillermo Kahlo, era un fotógrafo judío-alemán, y su madre, Matilde Calderón, era una católica de ascendencia indígena y española.
Desde una edad temprana, la salud de Frida fue precaria. A los seis años, contrajo polio, lo que resultó en una deformidad en su pierna y pie derechos. Mientras estudiaba medicina, un trágico accidente en 1925 cambió el curso de su vida y, por extensión, el de la historia del arte contemporáneo. A sus 18 años, el autobús en el que viajaba con su novio fue arrollado por un tranvía, causándole múltiples fracturas y lesiones internas. Estas lesiones la obligaron a usar corsés de yeso de por vida, someterse a más de 30 cirugías y enfrentar varios abortos espontáneos. Los doctores pensaban que moriría en el quirófano. Fue durante su larga convalecencia en cama que comenzó a pintar, utilizando un caballete portátil y un espejo. Comenzó pintando lo que tenía más accesible: ella misma. Desde ese momento, su obra se vio influenciada por el sufrimiento.
Se casó con Diego Rivera en 1929 ; Diego Rivera era de los muralistas principales mexicanos el cual le doblaba la edad. Es de conocimiento público que tuvieron un matrimonio turbulento (con un divorcio y un nuevo matrimonio) y ambos tuvieron romances. Pasaron los primeros años de su matrimonio en los Estados Unidos donde experimentó su “despertar creativo” y comenzaron a valorar su arte hasta ese momento. Imogen Cunningham creía que “era mejor pintora que Diego. Nunca recibió ningún reconocimiento”.
Prueba de ello es un artículo de 1933 que la describe de la siguiente forma: “La esposa del maestro muralista se dedica alegremente a las obras de arte”, aunque ella misma bromeó: “Claro que le va bien para ser un niño... Pero soy yo la gran artista”.
Su carrera despegó alrededor de 1938 al lograr su primera venta ese año a Edward G. Robinson. Ella no lo podía creer, fue ahí donde abrió su independencia económica. En este punto de inflexión dejó de ser solo la esposa del muralista y comenzó a ser Frida Kahlo.
La obra de Frida
Frida Kahlo a lo largo de su corta vida produjo entre 150 y 200 pinturas, una cantidad considerada baja para un artista de su talla. Entre sus obras se encuentran muchos autorretratos, representaciones de familiares y amigos y representaciones de la naturaleza. Pero en su mayoría su obra era ella misma. Se describió a sí misma como una “pintora de sí misma”, haciendo de su cuerpo, su sufrimiento y su identidad (física, política, sexual y cultural) un medio estético profundamente personal y radical.
(Las dos Fridas), 1939 / Heritage Images
Frida fue una figura transgresora, desafiando tabúes y estereotipos. Forjó la imagen de una mujer mexicana rebelde que desafió los cánones de belleza y los roles de género, allanando el camino para otras mujeres en el ámbito artístico.
Las pinturas de Frida Kahlo son una fusión de folclore y simbolismo que ilustran sus vivencias desde su propia perspectiva, sin buscar un surrealismo intencional. Aunque obtuvo reconocimiento en Europa y realizó exposiciones individuales, la fama que alcanzó tras su muerte fue inesperada.
Murió el 13 de julio de 1954 a los 47 años. Su última pintura fue Viva la vida. La Casa Azul, su casa, se convirtió en museo en 1958. En 1953, un año antes de su muerte, le amputaron la pierna. “Pies, ¿para qué los quiero si tengo alas para volar?”, fue su frase más célebre, a razón de este suceso.
La casa Azul / picture alliance
La fridamanía
La “fridamanía” es el fenómeno global de popularidad que se manifiesta en la intensa comercialización de la imagen de la artista mexicana Frida Kahlo, elevándola a la categoría de ícono mundial.
Este fenómeno tiene varias causas. Por un lado, su estética icónica (cejas prominentes, trenzas adornadas con flores y vestimenta tradicional mexicana) resulta visualmente impactante y es ideal para la reproducción en una amplia variedad de mercancía (merchandising), abarcando desde cosméticos y ropa hasta artículos de decoración, con presencia incluso en lugares tan distantes como Bruselas, Buenos Aires o Marrakesh.
La expansión de esta imagen es gestionada por la Frida Kahlo Corporation, una entidad panameña que licencia su figura y genera considerables ingresos. Sin embargo, esta expansión está actualmente ensombrecida por una disputa legal de casi una década. Las herederas de la artista acusan a la corporación, que controla el 51% de la marca, de haber “incumplido sistemáticamente” los acuerdos previamente establecidos.
Por otro lado, la resonancia de Frida Kahlo en la cultura moderna también alimenta la “fridamanía”. Su arte es una biografía visual cruda e íntima, donde plasmó su dolor físico y sufrimiento emocional, lo que facilita una profunda conexión emocional con el público. Su capacidad para enfrentar la adversidad y el dolor extremo con valentía la ha erigido en un símbolo de fuerza, resistencia y superación. Al vivir bajo sus propias reglas, explorar abiertamente su sexualidad y centrar su obra en el cuerpo y las experiencias femeninas, se ha consolidado como un ícono de la liberación femenina y una figura clave para el movimiento feminista contemporáneo.
Finalmente, su profunda conexión con las tradiciones y la cultura mexicana la convierte en una embajadora cultural que celebra lo popular y lo indígena. Su actitud desafiante ante las normas sociales de su época, incluyendo su apertura sexual y su postura política de izquierda, la hace especialmente atractiva para los movimientos progresistas actuales.
(Don Arnold/WireImage) / Don Arnold
La comercialización del legado artístico de la artista ha desatado controversia. Por un lado, existen conflictos legales entre la familia y la corporación que gestiona la obra, y fuertes críticas sobre la trivialización de su complejo legado al reducirlo a un mero producto de consumo (souvenirs, ropa). Se argumenta que esta explotación distorsiona su visión y significado original.
Por otro lado, los defensores argumentan que la comercialización es el medio más efectivo para la preservación, difusión y accesibilidad de su obra. Sostienen que la presencia global de su imagen mantiene viva su relevancia, inspira a nuevas generaciones y genera los recursos económicos vitales para la gestión de su patrimonio y asegurar su inmortalidad cultural a escala global. ¿Tú qué opinas?