Gritan y marchan por feminicidios, violaciones y desaparecidas en el 8M
¡A mi prima la violaron ayer!, por eso yo vengo hoy
Con una corona de flores moradas en la cabeza y una cartulina en las manos, pidiendo justicia es como llegó Sofi de 13 años a la marcha para conmemorar el Día Internacional de la Mujer.
La niña llegó sola porque a su abuela le robaron y a su prima la violaron ayer, por lo que se sumó a un contingente y gritaba y gritaba, ¡justicia!, ¡justicia! Por favor un abrazo pidió desde el templete del mitin el padre de Esmeralda, la chica que un día salió de su casa y jamás volvió.
Conmovido hasta el llanto, el hombre dijo que no permitirá que el gobierno desaparezca a su hija de los registros de desaparecidos. Y así, conforme pasaron los minutos, donde el tiempo se pierde, se comenzaron a entrelazar historias de mujeres violentadas.
No hubo poder humano que este 8M detuviera a miles y miles de mujeres que se apropiaron del paseo de la Reforma para hacer cimbrar el Zócalo de la Ciudad de México bajo un rayo de sol de 30 grados.
Los contingentes salieron de la Glorieta de las Mujeres que Luchan, el caminar fue por las acosadas, por la violadas, por las desaparecidas, por las quemadas con ácido, por las enfermas de cancer, por las que vienen y por las que ya no están.
Mientras la mujeres indígenas gritaban para que las dejen casarse libremente, las universitarias pedían fin al acoso escolar y las enfermas de cancer medicinas y tratamientos.
Mujeres que llegaron a pie, en bici o en silla de ruedas, las vimos regalando flores a las policías, que también se sumaban a la sororidad.
Caminaron y marcharon hombro con hombro, lo mismo las de bolso caro que las de mochila sencilla, las de tenis de marca que las de huaraches de cuero, aquí se rompieron las diferencias porque se protestó por todas las causas y por todas la mujeres.