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  • 23 DIC 2024, Actualizado 19:42

CON MARTHA DEBAYLE

El arte de la seducción

La seducción es un juego de psicología, no de belleza, y cualquier persona puede convertirse en un maestro en el juego

El arte de la seducción

El arte de la seducción / Getty Images

Robert Greene, escritor estadounidense de origen judío. Es reconocido por sus libros que hablan sobre la estrategia, poder y seducción.

La seducción exitosa empieza con quién eres y el tipo de energía seductora que expresas. Ahí les van los tipos de seductores.

Amante ideal: Son en persona todas las fantasías que hemos tenido. Son amantes ideales tienen una sensibilidad estética que aplican al romance. Casanova fue quizás el seductor más exitoso de la historia; pocas mujeres pudieron resistirlo. Su método era simple: al conocer a una mujer, la estudiaría, seguiría sus estados de ánimo, averiguar qué le faltaba a su vida y se lo proporcionaría. A través de su investigación, se convirtió en el amante ideal, adaptándose a las fantasías de cada una de sus parejas.

Natural: Son estas personas que mantienen esta energía “infantil”, “fresca”, son espontáneos, inocentes, y nos hacen sentir vivos.

Encantador: Son personas que nos hacen sentir especiales. Son animales sociales que saben lo que queremos y nos lo dan. No discuten ni pelean, no se quejan ni molestan; ¿qué podría ser más seductor? Primero, no hablan mucho de sí mismos, lo que aumenta su misterio y disfraza sus limitaciones. En segundo lugar, parecen estar interesados en nosotros, y su interés está tan maravillosamente concentrado que nos relajamos y nos abrimos a ellos. Finalmente, los encantadores son agradables. No tienen ninguna de las horribles cualidades de la mayoría de las personas: narcisismo, quejas, autoafirmación. Nos escuchan, nos tratan bien, cuando estamos con ellos saben exactamente qué es lo que queremos escuchar y no dudan en decírnoslo, nos hacen sentir seguros.

Sirena: Son las personas que ejemplifican todos los ideales que tenemos. Son la fantasía personificada. Las sirenas tienen una gran cantidad de energía sexual y saben cómo usarla. Atraen a sus objetivos, como las sirenas de Ulises, a través de su imagen. Tienen la pose seductora perfecta para su objetivo.

Estrella: Las personas estrellas sobresalen de los demás a través de un estilo distintivo y atractivo. Al mismo tiempo, son vagos y etéreos, mantienen su distancia y nos permiten imaginar.

Libertino: Son confiados. Están dispuestos a dejarlo todo por la pasión del momento y dedicarse en cuerpo y alma al proceso. Los libertinos adoran insaciablemente al sexo opuesto y su deseo es contagioso. Son desenfrenados.

Dandy: Salen de los estereotipos sociales, rompen las normas y dan rienda suelta a su personalidad. Dan mucha importancia a su imagen y la usan para demostrar su individualidad. Les gusta jugar con su imagen, creando un encanto llamativo y andrógino. Nos emocionan porque no se pueden clasificar y dan una pista de la libertad que queremos para nosotros.

Coqueta: Son maestras del control de la atención, saben cómo conseguir toda nuestra atención y como jugar con ella. Son autosuficientes, con un fascinante frescor en su esencia. No necesitan a nadie, y su narcisismo resulta endiabladamente atractivo.

Carismático: Todas sus palabras y gestos irradian confianza. Tienen energía y un propósito y eso les hace irresistibles. Aparentan que saben lo que hacen, que saben hacia dónde van nos guían y eso nos da un sentimiento de seguridad. Tienen una confianza inusual en sí mismos.

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Elegir a la víctima adecuada: Las víctimas adecuadas son a las que puedes llenar un vacío, que ven en ti algo exótico. Dejar en paz a las personas que son inaccesibles para ti es un camino sabio; no se puede seducir a todo el mundo.

Hacer que el objetivo se acerque a ti: Demasiada atención al principio solo sugerirá inseguridad y generará dudas sobre tus motivos. Da un paso atrás; deja que los pensamientos que estás provocando les lleguen como si fueran propios. En todos los ámbitos de la vida, nunca debes dar la impresión de que estás buscando algo. Tu mayor poder de seducción es tu capacidad de alejarte, de hacer que los demás te persigan, retrasando su satisfacción.

Enviar señales mixtas: Lo que es obvio y sorprendente puede atraer su atención al principio, pero esa atención suele ser de corta duración; a la larga, la ambigüedad es mucho más potente. La mayoría de nosotros somos demasiado obvios; en cambio, seamos difíciles de entender. Debes insinuar una complejidad que no se puede comprender en una semana o dos. Si tienes un rostro dulce y un aire inocente, deja entrever algo oscuro, incluso vagamente cruel en tu carácter.

Crear tentación: Así como la serpiente tentó a Eva con la promesa de un conocimiento prohibido, debes despertar un deseo en tus objetivos que no pueden controlar. Encuentra esa debilidad de ellos, esa fantasía que aún no se ha realizado, e insinúa que puedes guiarlos hacia ella.

Poetiza tu presencia: Puedes ser peligroso, travieso, incluso algo vulgar, dependiendo de los gustos de tu víctima. Pero nunca seas ordinario o limitado. En la poesía (a diferencia de la realidad), todo es posible. Lo único que no se puede idealizar es la mediocridad, pero la mediocridad no tiene nada de seductor. No hay forma posible de seducir sin crear algún tipo de fantasía y poetización.

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