Mitos y realidades del matrimonio

Ciudad de México

Hasta el siglo XIX y algunos casos aislados del XVIII, las bodas no eran más que un contrato, un intercambio de apellidos y bienes acordado por los padres, incluso por los tíos o abuelos, quienquiera que estuviera a cargo de buscar “lo mejor” para los jóvenes y sus familias.

El amor no era parte del matrimonio.

Antes el amor no estaba prohibido, pero había dos maneras de encontrarlo: con el paso del tiempo en el mismo matrimonio acordado, o fuera de éste.

Los símbolos y rituales es lo que necesita el hombre -y en este caso, sobretodo la mujer- en los momentos más importantes de su vida, para sellarlos, bendecirlos, cargarlos de buena fortuna y hasta pedir garantía.

Los anillos: “santidad y eternidad”: Actualmente se funden cerca de 17 toneladas de oro, en Estados Unidos, para transformarlos en anillos matrimoniales. 

El círculo es el símbolo de la eternidad: no tiene principio, ni fin.

El centro representa el inicio de una nueva aventura; la puerta a nuevas experiencias.

Los diamantes: “duraderos como el compromiso”

De acuerdo con el NYTimes y el Bain & Company’s de 2013, la Industria Global de Diamantes reportó que durante el 2012, se invirtieron $11 billones de dólares en anillos de compromiso.

Simboliza que no se rompa el compromiso, así como un brillante es incorruptible.

El vestido blanco: “no era de castas, sino de ricas”.

En el SXVIII y XIX el blanco no significaba pureza, sino bienestar económico, sólo las novias de familias ricas se vestían de este color.

Después fue el sello de pureza y castidad de las novias. Hoy en día, sigue siendo un ícono importante que marca un cambio en la vida de la novia.

El velo: “protección de engaño o mala güero”.

En la mayoría de las religiones, el velo es símbolo de humildad y respeto ante Dios durante la ceremonia nupcial.

Pero en la época victoriana, el velo era símbolo de status social: el material, largo y peso del velo hablaba de la riqueza económica de la novia.