• 16 DIC 2025, Actualizado 16:39

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“La Ratonera”, el arte de quedar atrapado: una obra de misterio en el Teatro Helénico

La icónica obra de Agatha Christie llegó al Instituto Cultural Helénico con una puesta sobria y envolvente de Romelli Teatro, capaz de convertir el silencio en sospecha y al espectador en cómplice del enigma

Obra de teatro La ratonera de Ágatha Christie / Instagram Romelli

Entrar al Aula Magna del Instituto Cultural Helénico es, de por sí, una promesa. El recinto, elegante, íntimo, casi ceremonial, fue el marco perfecto para dejarme atrapar por la obra de teatro “La Ratonera”, la obra de Agatha Christie que no envejece y que, en manos de Romelli Teatro, encuentra una nueva respiración en la Ciudad de México.

Fui a observar para luego poder escribir, sí, pero bastaron los primeros minutos para olvidar la libreta y dejarme llevar por la atmósfera: una casa de huéspedes, una tormenta de nieve que lo aísla todo y un crimen que se anuncia antes de suceder. Desde ahí, el teatro se vuelve un juego de miradas, silencios y sospechas compartidas.

La historia revive a la Mansión Monkswell, donde Mollie y Giles Ralston inauguran su casa de huéspedes justo cuando el mundo exterior queda incomunicado. Uno a uno llegan los personajes: excéntricos, incómodos, herméticos. Y entonces, como dicta el manual del suspenso, ocurre lo inevitable: un asesinato dentro de la casa. Nadie puede salir. Todos podrían ser culpables.

La versión que presenta Romelli Teatro respeta la estructura clásica del texto, pero apuesta por una lectura clara, sin excesos, donde cada gesto importa. Aquí no hay prisa: el misterio se cocina a fuego lento y el público lo agradece.

El Helénico como aliado del suspenso

El Teatro Helénico no solo alberga la obra, la potencia. La cercanía con el escenario vuelve cada movimiento relevante, cada pausa incómoda. Hay momentos en los que el silencio pesa más que los diálogos, y es ahí donde la puesta gana fuerza.

La escenografía recrea con precisión esa casa inglesa atrapada por la nieve: funcional, sobria, casi claustrofóbica. Todo está dispuesto para que el espectador se sienta dentro de la historia, atrapado junto con los personajes en esa ratonera simbólica.

Uno de los grandes aciertos de esta temporada es el trabajo actoral. Cada personaje carga con un pasado, una incomodidad, una sombra. Nadie es completamente transparente y esa ambigüedad sostiene la tensión durante toda la función.

Desde los dueños del lugar hasta los huéspedes más enigmáticos, el joven nervioso, la mujer hostil, el militar retirado, la extranjera reservada, el visitante sospechoso, todos aportan piezas al rompecabezas. Y cuando aparece la figura de la autoridad, la calma aparente solo incrementa la inquietud.

Más que una obra, un pacto con el público

Hay algo profundamente teatral en “La Ratonera”: ese acuerdo tácito entre escenario y butacas para no revelar el final. Agatha Christie lo pidió hace décadas y, verlo cumplirse todavía hoy, tiene algo de ritual. La obra no solo se mira, se guarda.

No es casualidad que sea la pieza teatral con más tiempo en cartelera en la historia. Su vigencia no radica solo en el giro final, sino en su capacidad para recordarnos que el verdadero suspenso está en lo humano: en lo que se oculta, en lo que se calla, en lo que parece inofensivo.

Una temporada para dejarse atrapar

La temporada de “La Ratonera” con las actuaciones de Adriana Occelli, Alejandro Aguilar, Jorge Romero, Manuel Queli, Lola Ugalde, Paula Rabanal, Santiago de Gante y Mauricio Estevez, se presentó desde el 6 de noviembre hasta el 28 de diciembre de 2025, con funciones jueves y viernes a las 8:00 PM, en el Instituto Cultural Helénico, ubicado en Avenida Revolución 1500, Guadalupe Inn.

Salir del teatro esa noche fue como despertar de un encierro voluntario. Afuera, la ciudad seguía su curso. Adentro, durante casi dos horas, todos fuimos parte del mismo juego: buscar al culpable sabiendo que, en el fondo, el misterio ya nos había ganado.

Porque eso es “La Ratonera”: una trampa deliciosa donde el teatro demuestra, una vez más, que el suspenso no necesita efectos espectaculares, solo una buena historia… y la oscuridad justa para no ver venir la verdad.