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  • 02 NOV 2024, Actualizado 20:20

CON MARTHA DEBAYLE

¿La relación con tu mamá se está secando?

Para todos los que, en su relación con su mamá, tienen constantemente discusiones, diferencias de opinión y casi siempre acaban peleando

La relación con tu mamá se està secando, ¿es posible la reconciliación?

La relación con tu mamá se està secando, ¿es posible la reconciliación?

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Ciudad de México

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta.

En tu relación con tu mamá:

Tienen constantemente discusiones, diferencias de opinión y más veces sí que no acaban peleando.

Vives en enojo con ella por algo que hizo o hace que te causa molestia y dices que no quiere cambiar o ni siquiera reconocer.

Cuando te enojas con ella, te enojas de verdad, pero luego vives con un gran sentimiento de culpa.

Sientes que no fue la mamá que hubieras querido, incluso te pudo haber tratado no muy bien, pero no ves que lo reconozca porque todo lo niega, lo minimiza o dices que siempre acaba haciéndose la víctima.

Sientes que no le das gusto con nada y que está eternamente insatisfecha con lo que haces o incluso con quien eres.

Quizá es hora de pensar en reconciliarte con mamá.

La relación con tu madre. ¿por qué es tan importante?

La figura materna, independientemente de lo que la paterna haga, tiene la capacidad de acoger la vida y la responsabilidad de transmitir un sentido de valía, valores y legado a otro ser humano.

Cuando lo consigue, no habrá una relación ni de sumisión o de antagonismo entre el hijo o la hija y su madre.

La madre también ofrece la aceptación y el amor que un hijo o hija necesitan para poder generar autoconfianza y forjar su identidad.

¿Por qué me cuesta confrontar a mi mamá o cuando lo hago siento gran culpa?

La sociedad y la cultura no son de mucha ayuda.

Se nos dice que una madre por fuerza ama incondicionalmente a sus hijos, pero no siempre es así. No es lo mismo tener hijos, el hecho biológico, que ser madre, un hecho social.

La cultura nos habla de “hijos malagradecidos”, pero no de “madres malagradecidas”, por ejemplo. Entonces la gratitud está presupuesta y sí se mira desde la perspectiva de tolerarlo todo, entonces caemos en la trampa de someternos y vivir eternamente buscando su aprobación o rebelarnos, y vivir con la culpa de la ingratitud.

¿Por qué lo sigo intentando si ya sé cómo va a acabar cada intento?

Porque tienes deseos de que funcione y necesidad de que te reconozca y de que entre Ustedes haya un final feliz. Y no es un mal deseo; la cuestión es ver si ambos están dispuestos a hacer lo necesario y ver aún así si a ambos les alcanza.

Tal vez quieres darle a tus hijos la oportunidad de tener una familia extensa “completa” con una abuela cariñosa que los consienta.

La paradoja es que si lo hace con tus hijos, siempre te preguntarás por qué no lo hizo igual contigo.

Porque a veces alejarte de ella conlleva un costo familiar adicional. Aquellos miembros de tu familia que también se alejarán de ti por tú haberte alejado de ella.

¿Cómo acercarme a ella sin que acabe sintiendo que me regaña, me manipula o hasta me ve como algo intrascendente?

Esto es complicado porque puede ser que esto que experimentas es una combinación entre algo que ella hace y tu propia proyección del rechazo que aprendiste a sentir o que sientes por ti.

¿Es buena idea buscar hoy 10 de mayo la reconciliación?

No hay días buenos o malos para esto.

Quizá habría que evitar días de alta carga emocional, pero si sientes que hoy es el día, sólo asegúrate de parar el intento por el momento si sientes que todo está empeorando.

¿Por qué debo ser yo quien lo intente, cambie y la entienda y ella a mi no?

No es que debas ser tú, pero parece ser que eres tú quien está buscando eso, ¿no es verdad?. No tienes por qué hacerlo, pero una parte de ti lo sigue deseando.

Condiciones para la posibilidad de la reconciliación

Que, al menos al inicio, al menos una de las dos quiera.

Lo ideal sería que fueran las dos, pero esto no siempre es posible.

Al menos una para que se abra una puerta.

Que la que quiere se acerque desde la buena voluntad.

No desde las acusaciones o reclamos; quizá ya habrá espacio para eso, sino desde el reconocimiento de las dificultades en la relación y los fallos y errores cometidos por quien se acerca.

“Mamá, desde mi perspectiva, la relación entre nosotras no ha sido fácil todo este tiempo y eso me duele. Es verdad que yo misma me he enganchado con actitudes o palabras que no han sido las más adecuadas y te pido perdón por eso. También reconozco y agradezco que cuando lo necesité, en mi niñez, me ofreciste lo mejor que pudiste para lo que pensabas era mi beneficio. Hoy vengo a decirte que me gustaría que pudiésemos reconstruir de alguna manera nuestra relación desde el respeto y el reconocimiento mutuos”.

Recuerda que tu objetivo no es que ella esté de acuerdo con este mensaje o que no le ponga “peros”, sino que tú expreses tu sentir y perspectiva. Con suerte ella expresará la suya y así cada uno conocerá algo del mundo interior del otro.

Mantener la conversación o el encuentro en un espacio íntimo.

Sin la presencia de testigos, cómplices o secuaces por parte de ninguno de los dos; es decir, ni te alias con alguno de tus hermanos o ninguno pone a otro de testigo involuntario.

Si te ha escuchado y tiene disponibilidad, encuentren ahora los puntos de convergencia.

¿Qué hacen diferente cuando sí se han podido comunicar?

¿Están menos defensivas, son más comprensivas o tolerantes la una con la otra?

¿Qué es lo que a cada una no le gustaría perder de la otra?

La compañía, el cariño, la complicidad…

¿Que recuerdos gratos tienen del pasado?

¿Qué creen que podrían hacer de entrada para empezar a tener un mejor acercamiento?

Busquen la frecuencia en el contacto evitando terciar problemas de otros.

Una regla básica puede ser evitar hablar de problemas o situaciones de terceros como papá o hermanos, al menos por un tiempo y si es que eso ha sido causa de conflicto en el pasado.

¿Y si ella no quiere?

A lo mejor no puede o ni siquiera tiene idea de lo que está mal entre Ustedes.

Hay pocos caminos a seguir y ninguno es sencillo.

Uno, romper la relación con ella, con todos los costos que eso implica, especialmente si estando en cercanía insiste en no reconocer o respetar tus límites.

Dos, alejarse a una distancia prudente en el tiempo y el espacio, sin romper del todo.

Esto es, relacionarte con ella de la manera que sea posible y no desde la manera que quisieras o que crees que debería de ser la correcta.

Esto no implica que le des al avión o no pongas límites, sino que la distancia que haya entre ambas no haga sencillo traspasar límites con tanta soltura.

Por ejemplo, espaciando tus visitas, el tiempo de estás, las conversaciones, su contenido y duración, etc.

Tres, poner la relación en una especie de pausa.

Quien se queda a cuidar un pozo seco en poco ayuda al pozo o a sí mismo.

Sin embargo en esta opción es probable que cada cierto tiempo sientas el impulso de volver al pozo:

Porque tienes sed.

Porque tienes la esperanza de que un día tenga agua potable y para ti.

A veces hay que rescatar lo posible de un naufragio.

La idea es rescatar el vínculo recíproco de amor con esa mujer que hizo o hace el papel de tu madre en esta vida.

Para esto se requiere de la voluntad y participación de ambas personas.

Hay quien trata de salvar la relación, para no sentirse en orfandad y desamparo emocional.

Pero sin rescatar el vínculo la relación podría volverse tóxica.

Si lo anterior no es posible, siempre se puede optar por rescatar a la madre simbólica; la que está más allá de la persona que hizo el papel y apropiarnos del personaje de una madre no idealizada, sino ideal para nosotros. Una madre que provee de reconocimiento, amor y protección.

Esto implica dejar ir a la mujer, para poder quedarse con la madre.

Que la decisión que tomes no venga desde el enojo desbordado, la ansiedad descontrolada o la tristeza que lastima. Entiendo que a veces hay personas que ejercen el papel de madre y lo hacen de tal manera que lastiman profundamente aún sin haber nunca levantado la mano. Es muy tentador caer en una declaración como esta:

“No hay nada que salvar con una persona que ha manipulado, mentido y puesto a la familia en tu contra. Los narcisistas no aman, no tienen empatía ni se preocupan por nadie, entonces, ¿por qué siquiera plantearme una reconciliación con mi madre?

Sabiendo que esto puede ser verdad, no hay que olvidar que nuestra tarea primaria es ponernos a salvo o a quien dependa de nosotros de alguien que activamente sigue lastimando. Más allá de eso, sólo piensa en lo que podrías hacer para que en el futuro no digas: “Y si tan sólo lo hubiera intentado”.

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