El juez de mi caso trabaja con la defensa de mis agresores: Ma. Elena Ríos

Oaxaca (México)

Descubrí que el juez que lleva mi caso, Victor Jorge Luis Velasco Castellanos, está trabajando con la defensa de mis agresores, provocando un conflicto de interés muy grave y él no se quiere recusar, denunció María Elena Ríos, saxofonista oaxaqueña víctima de un ataque con ácido, en Así el Weso.

En entrevista con Enrique Hernández Alcázar, compartió que el pasado 9 de septiembre, en el marco del segundo aniversario del ataque con ácido que sufrió, se llevó a cabo una audiencia que ella solicitó fuera privada y este juez dio vista a los abogados de sus agresores, achacando todo a un 'error'.

Compartió que dicho juez que está actuando por consigna, está cobijado por su madre quien es magistrada, por el presidente del Tribunal pese a que tiene un serio problema de alcoholismo, agregando que la abogada de sus agresores es su maestra lo que ejerce en él presión.

"Ya no sé en quién confiar"

María Elena denunció además que a dos años la Fiscalía de Oaxaca que encabeza Arturo Peimbert no tenga avance alguno y que incluso el propio fiscal le haya dejado de contestar llamadas luego que le exigió resultados.

Compartió que por eso ya no sabe qué hacer con la información sobre la ubicación del quinto implicado en su agresión porque ya no confía en la Fiscalía.

"En la Fiscalía (de Oaxaca) ya no confío, ya se le ha dado parte también a cuestiones federales y lo primero que hace el abogado de mis agresores es burlarse en redes sociales y decir que él tiene todas las influencias y que ya sabe cuándo le van a hacer los cateos".

La familia de mi agresor me sigue revictimizando. Creo que mi teléfono está intervenido

Finalmente, María Elena Ríos denunció que el propio estado ha sido el 'padrino' de todas las personas que se han encargado de revictimizarla, amenazarla e intimidarla, quienes pertenecen a la familia de su agresor.

Detalló que estas personas tienen tanto poder económico y político que han simulado un movimiento feminista uniformando a sus empleadas y haciendo tráfico de influencias con niños, para llevar a cabo marchas solicitando la libertad de su agresor y que no se detenga al que aún está prófugo.

"Pareciera que también mi teléfono está intervenido, porque justo cuando decido contar este tipo de declaraciones que son de máxima relevancia las llamadas se me tienen qué cortar".