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  • 30 ABR 2024, Actualizado 23:34

Aprende a leer en público

La lectura en voz alta es más efectiva para retener a corto plazo y memorizar a largo plazo

Leer sólo 6 minutos en voz alta puede reducir el estrés hasta un 68%

Leer sólo 6 minutos en voz alta puede reducir el estrés hasta un 68%(Getty Images)

En entrevista con Martha Debayle en W, Álvaro Gordoa, consultor en imagen pública, rector del Colegio de Imagen Pública. Autor de los libros Imagen Cool, El Método H.A.B.L.A y La Biblia Godínez.

TW: @AlvaroGordoa // IG: @alvarogordoa // imagenpublica.mx

En Perugia, Italia, hicieron un estudio que consistía en leer el mismo texto en voz alta y en voz baja. Los resultados:

● Los niños lograron reconocer un 87% de las palabras leídas en voz alta, en comparación con un 70% que se leyeron mentalmente.

● Los adultos recordaron un 25% de las palabras dichas en voz alta, y un 10% de las palabras leídas mentalmente.

● Para leer y entender un texto complejo todos los seres humanos lo leemos en voz alta de forma intuitiva.

● Cuando se lee constantemente en voz alta, el cerebro memoriza la forma correcta de pronunciar las palabras y las pausas de los signos de puntuación.

● Leer sólo 6 minutos en voz alta puede reducir el estrés hasta un 68%.

● Es más probable que leerle un cuento a tu hijo aumente la interacción con él que jugar con sus juguetes u otras conversaciones familiares.

● Se le llama alexia (dislexia adquirida) a un trastorno de la lectura donde las personas pierden la capacidad de leer después de un ictus o una lesión en la zona del cerebro relacionada con la lectura.

● Entre el 6% y el 14% de los niños en el espectro autista tienen hiperlexia: un trastorno en el que las personas tienen habilidades lectoras avanzadas pero pueden tener problemas para comprender lo que se lee o se habla en voz alta.

● Hay 780 millones de personas con dislexia en el mundo (1 de cada 10): tienen una inteligencia normal, pero leen a niveles significativamente inferiores a los esperados.

Si hacemos una presentación ante un público o tenemos que leerle a nuestros hijos, la forma en la que lo hacemos afecta mucho lo que la gente termina por entender de lo que leemos, e incluso la opinión que la audiencia se crea sobre nosotros.

Las buenas habilidades para leer en voz alta pueden abrir puertas, las malas pueden cerrarlas.

La buena noticia es que con preparación y práctica se puede superar el nerviosismo y tener excelentes resultados.

● Transmitir en lugar de leer: Convierte la lectura en una experiencia emocional, adoptando una actitud de emoción y conectando con tu audiencia. Evita leer guiones o discursos de manera mecánica.

● Lee solo cuando sea necesario: Reserva la lectura para comunicar palabras de otros, como comunicados de prensa o textos históricos.

● Transmite emociones a través de las características vocales: Asegúrate de transmitir emociones a través de cambios en el volumen, ritmo y pausas adecuadas.

En el mundo hay 780 millones de personas disléxicas

● Controla la dicción y el ritmo: Habla a un ritmo adecuado, evitando leer demasiado rápido. Prueba el truco del taquete para ajustar tu velocidad.

● Aprovecha el lenguaje corporal: Aunque no puedas moverte libremente, utiliza gestos y ademanes para enfatizar tus palabras y reforzar el mensaje que estás comunicando. Haz contacto visual con el público y mantén una postura activa y positiva.

● Levántate y sonríe: Ponerte de pie mejora la circulación y la proyección de tu voz. Una sonrisa coherente con el texto aporta dinamismo y entusiasmo a tu presentación.

● Practica y haz anotaciones: Conoce el texto antes de tu presentación, subraya puntos clave y anota la pronunciación fonética de palabras difíciles. Practica especialmente con cuentos infantiles, que ofrecen expresividad y tensión.

● Evita leer protocolos de inicio y cierre: Agradece de forma conversacional sin leer, dando paso directamente a la lectura. Al finalizar, despídete sin leer. Excepción: si hay palabras de otro autor o presentación de títulos.

● Maneja los errores con naturalidad: Si te equivocas, como al trabarte con una palabra o saltarte un párrafo, discúlpate brevemente y continúa desde el punto donde te quedaste.

Ejercicio de lectura

Corazón delator, Edgar Allan Poe

Llevaba tiempo observando al viejo. Le quería mucho, deben creerme, pero me molestaba, me irritaba, y no podía frenar ese sentimiento. Era una tortura, y todo, por culpa de ese ojo, un ojo velado con el que miraba y no veía, que me clavaba y me ponía nervioso. Un ojo como de buitre, azulado, frío. ¡Fue por culpa de ese miserable ojo! Deben creerme. Yo no quería nada del viejo. Ni su dinero. Ni él me insultó nunca. Fue por culpa de ese maldito ojo, que me trastoca por completo.

Había tomado la determinación de matarlo, porque no aguantaba más. Y decidí hacerlo con la mayor habilidad posible. ¿Es eso de locos? Los locos actúan sin pensar. Yo pensé, recapacité, ideé un magnífico plan que salió bien, si no llega a ser por… ¡malditos sentidos! ¡Por qué los tendré tan agudizados!

Cada noche me acercaba a su cuarto, en silencio, y entornaba un poco la puerta con ayuda de una linterna apagada. Lo suficiente como para que pudiera caber una cabeza.

Cuando podía ver al viejo tumbado, durmiendo tan tranquilo, con el ojo velado cerrado, apuntaba un rayo de luz con la linterna hacia su rostro, en dirección al objeto de mis tormentos, a ese ojo que abierto es capaz de helarme la sangre. Y esperé un rato, con el rayo de luz sobre sus ojos, hasta que decidí dar media vuelta y volver a mi habitación. Si el viejo dormía, no podía hacer nada. No era él el que me molestaba, sino ese dichoso ojo de buitre. Necesitaba que lo abriera, que me mirara…

Así pasaron siete noches, siete largas noches. Cada día, a las doce en punto, repetía la misma operación. Luego regresaba a mi cuarto, y saludaba al viejo a la mañana siguiente con total cordialidad y cariño.

❖ Biblia

De Pablo, apóstol del Mesías Jesús por voluntad de Dios, y del hermano Timoteo a los consagrados de Colosas, creyentes y hermanos en el Mesías: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre.

Siempre que rezamos por vosotros damos gracias al Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque estamos informados de vuestra fe en el Mesías Jesús y del amor que tenéis a todos los consagrados, fruto de la esperanza que os está reservada en el cielo, de la cual habíais oído hablar cuando os llegó el mensaje verdadero de la Buena Noticia; el cual está fructificando y creciendo en todo el mundo, lo mismo que entre vosotros, desde el día en que oísteis hablar y conocisteis de veras el favor de Dios. Así lo aprendisteis de Epafras, mi querido compañero, fiel ministro del Mesías a vuestro servicio.

Él me ha informado del amor que os inspira el Espíritu. Por eso nosotros, desde que nos enteramos, no cesamos de orar por vosotros, pidiendo: Que os colméis del conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual. Que procedáis como el Señor merece, agradándole en todo, dando fruto de buenas obras y creciendo en el conocimiento de Dios.

Que os fortalezcáis del todo según la fuerza de su gloria, de modo que soportéis todo con magnanimidad. Que con alegría deis gracias al Padre que os capacitó para compartir la suerte de los consagrados en el reino de la luz; que os arrancó del poder de las tinieblas y os trasladó al reino de su Hijo querido. Por el cual obtenemos el rescate, el perdón de los pecados. Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda la creación, pues por él fue creado todo, en el cielo y en la tierra: lo visible y lo invisible, majestades, señoríos, autoridades y potestades.

Leer más: Día del maestro – Cómo estamos hoy en educación en México

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