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  • 24 ABR 2024, Actualizado 06:52

Con Martha Debayle

Con Martha Debayle. ¿Qué es la felicidad?

¿Qué onda la felicidad? ¿Es una decisión, una construcción? ¿Qué decimos que es la felicidad?

¿Qué es la felicidad?

¿Qué es la felicidad?

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Ciudad de México

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta // TW: @marioguerra

Tere Díaz, psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal y terapia de pareja. Su más reciente libro ¿Cómo identificar a un patán? // TW: @tedisen // terediaz.com

¿QUÉ DECIMOS QUE ES LA FELICIDAD? POR MARIO GUERRA

¿Es lo opuesto a la tristeza o al sufrimiento?

¿Alegría y felicidad son sinónimos?

¿Es una sucesión interminable de sensaciones placenteras?

¿Es la satisfacción de todo lo que decías que te hacía falta?

¿Es la abundancia?

¿La permanencia de todo lo amado?

Pienso que es un estado de paz, equilibrio y libertad interior, en donde podemos armonizar con lo que es.

¿Es natural buscarla?

En general se busca cuando se va huyendo del sufrimiento o se emprende la búsqueda por lo que se desea.

Sin esto, la felicidad está ahí.

¿Qué provoca el sufrimiento?

Es el diferencial entre cómo decimos que deberían de ser las cosas vs cómo realmente son las cosas.

Yo no debería trabajar tanto; mi hijo no debería de haber nacido enfermo; el coronavirus no debería de haber existido; no deberían pagarme tan poco para tanto que hago; yo debería ser más feliz de lo que soy, porque no hago mal a nadie; etc.

Se sufre cuando:

No se tiene lo que se desea,

Dinero, amor, salud...

Que otro sea castigado por lo que hizo.

La confirmación de algo incierto...

Buena reputación.

Cuando se tiene lo que no se desea,

Enfermedad, pobreza, pandemias...

Como cuando alguien nos niega algo (por ejemplo, el amor).

Mala reputación.

• Cuando nos separamos de lo que se ama.

Como cuando alguien muere, nos deja o algo se pierde...

¿Somos felices al nacer?

Desde que nacemos ya nos hace falta abrigo, alimento y protección.

La necesitamos constantemente, de otra manera no somos felices.

Por lo tanto podríamos decir que la felicidad no es lo natural, al menos en el ser humano, en tanto nos obsesionamos con tener experiencias placenteras y evitar todo lo que no nos gusta.

¿Entonces se trata de rechazar lo que nos gusta y buscar lo que no?

No, se trata de no buscar obsesivamente nada, ni rechazar compulsivamente nada.

¿Y después de nacer?

Siempre deseamos algo y, generalmente, siempre deseamos más.

Necesitamos, queremos, envidiamos, nos decimos víctimas de injusticias, afirmamos que muchas cosas nos hacen falta o, cuando las tenemos, surge el temor de perderlas.

Poseer hace aparecer el miedo de perder y entonces lejos de disfrutarse lo que se tiene se sufre, porque la separación eventual de todo lo que amamos es inevitable.

¿Entonces la fórmula para ser felices y dejar de sufrir es no amar, no desear y conformarse?

No necesariamente.

Es amar sin poseer. Es desear, pero sin sufrir si lo deseado no llega o se marcha.

Es aceptar lo que es, buscando hacer lo posible por mejorar o estar bien, sin apegarse ansiosamente al resultado esperado o deseado.

El que duela perder no significa que debamos sufrir por una pérdida, sino que reconozcamos lo inevitable de su llegada.

Es normal sentirse triste por una muerte o alegre por un nacimiento, pero no ir más allá.

No es conformarte, sino sentirte satisfecho con lo que tienes.

Que perder algo de eso no sea una tragedia y obtener algo más no sea tu obsesión. Esto independientemente de que eso que acabo de mencionar suceda varias veces a lo largo de la vida.

No es la riqueza o pobreza lo que provoca el sufrimiento, sino nuestro apego a la primera y nuestra aversión por la segunda.

¿Entonces es verdad que la felicidad es una decisión?

Pienso que sí, siempre que eso dependa de nosotros y no de circunstancias externas, como que suceda o no algo específico o que tal persona haga algo que deseamos (o no haga lo que no).

Decidir ser feliz es cuestión de quererlo, pero eso no es tan importante, porque al final es lo que todos buscamos. La cuestión de fondo es cómo buscamos eso que llamamos felicidad.

Se nos ha dicho que ser feliz requiere de esfuerzo, pero hacer esto en la dirección equivocada nos puede traer más infelicidad, como cuando:

Se evaden los problemas en vez de resolverlos o, mejor aún, dejan de verse como problemas y se miran como “hechos de la vida”.

Pensamos que ser feliz implica sonreír todo el tiempo, cuando a veces la felicidad se da en un estado de placentera paz.

Se nos dice que hagamos de la felicidad nuestra meta número uno, fomentando con eso el apego compulsivo por todo lo que decimos que nos debería hacer felices y el rechazo por lo que no.

Probablemente la decisión más adecuada no sea la de soltar o buscar lo placentero, sino dejar de aferrarnos a lo deseado, rechazar lo indeseado y vivir la vida como es, disfrutando lo que hay mientras está. Simple, pero complejo.

LA FELICIDAD POSIBLE POR TERE DÍAZ

En una sociedad que favorece el confort, promueve el placer y promete la felicidad, existen millones de personas que están insatisfechas: a pesar del estrepitoso avance de la ciencia y la tecnología - nos encontramos con gente deprimida, estresada y enferma.

Las comodidades cotidianas y la exaltación del derecho a la satisfacción, hacen más difícil tolerar la frustración y perturban la capacidad de posponer la gratificación inmediata. Y es en esta necesidad de experimentar placer constante y satisfacción continua, que han surgido infinidad de propuestas de gozo y complacencia a granel que conspiran en contra de la verdadera felicidad.

Día a día, por infinidad de medios y diversidad de planteamientos, se nos hace creer que encontraremos la felicidad en una lista interminable de posibilidades: pero ¿un trabajo, una pareja, una maestría, un coche nuevo, basta y sobra para ser felices? Millones de personas siguen creyendo que hay una fórmula secreta que permite encontrar la felicidad.

Dicho esto, se puede vislumbrar que la felicidad posible no es nada que vayamos a encontrar porque la buscamos frenéticamente o se nos vaya a regalar sin algo de entendimiento y esfuerzo.

Somos seres conscientes. La consciencia nos permite “darnos cuenta”, y más que eso aún, darnos cuenta de que nos damos cuenta. Esta facultad humana nos obliga a hacernos una serie de cuestionamientos: ¿para qué vivo? ¿qué me une a los otros? ¿hacia dónde dirijo mi vida? ¿qué es aquello que motiva a levantarme cada día?. Puedo consentir y responder a estas preguntas, o bien puedo eludirlas y evitarlas, pero ellas siempre estarán ahí…

• Somos seres temporales: muchos otros escuchamos tales preguntas, pero buscamos caminos que acorten el tramo que requiere ser recorrido “a pie” por cada uno de nosotros, haciéndonos en este intento presas fáciles del dogma de la felicidad.

• La felicidad es una experiencia única, profunda e intransferible, que se cuece en fuego lento y con paciencia. Paradójicamente, cuando nos detenemos a escuchar esas pocas preguntas básicas que cuestionan nuestra existencia toda, y nos interrogamos qué nos pasa y por qué no somos felices, planteamos un interrogante central y profundo a nuestra existencia.

Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, sobreviviente a un campo de concentración, fundador de la Logoterapia y autor del libro “El hombre en busca de sentido”, afirma que la felicidad será el fruto de una vida con sentido y explica que “lo que el ser humano quiere realmente no es la felicidad en sí, sino un fundamento para ser feliz. Si tenemos ese fundamento, la felicidad vendrá por sí misma, y cuando menos nos preocupemos por ella, más seguros podremos estar de encontrarla”.

La felicidad es así una construcción personal

Una elección vital que se juega en cada una de nuestras decisiones. Donde el sentido de vida está ausente, no solo se crea un campo fértil para el dogma de la felicidad y para la compra barata y pasajera de la misma, sino que aparece de manera feroz y arrolladora la angustia que viene de una existencia sin sentido y de un caminar por la vida sin una dirección.

Sonja Lyubomirsky en su libro “La Ciencia de la Felicidad” hace una investigación mundial sobre el tema. Ella afirma que los factores que determinan la felicidad, entendida como esa experiencia de bienestar y satisfacción, se representan de la siguiente manera:

1) 50% de nuestra predisposición a ser felices viene dada en la información genética. Así como la inteligencia o el colesterol, o como la tendencia a la delgadez o a la robustez, algunas personas tienen mayor disposición genética para experimentar bienestar que otras.

2) 10% de la felicidad tiene que ver con las circunstancias de la vida: ser ricos o pobres, sanos o enfermos, hermosos o poco agraciados, casados o solteros. Este descubrimiento sorprende porque la mayoría de las personas hemos puesto todo nuestro empeño en cambiar nuestras circunstancias para ser felices sin lograr el cometido.

3) Por último, el 40% tiene que ver con nuestra actividad deliberada, con nuestra forma de pensar, y nuestras decisiones y acciones en la vida. Y es entonces, este porcentaje el que, desde nuestro conocimiento personal y nuestra responsabilidad, hace factible la consecución deliberada de la felicidad.

Sonja agrega que cada persona es distinta, y por eso cada una experimenta un tipo de bienestar subjetivo relacionado con la realización de actividades concretas basadas en sus necesidades, deseos, intereses y valores particulares:

hay quienes gozan practicando la gratitud

otros cultivando el optimismo

otros invirtiendo en sus relaciones sociales

algunos manejando el estrés y las pérdidas en el día a día,

y otros más mediante actividades que incluyen el cuerpo y el alma como la meditación y la actividad física. El común denominador de todas estas personas es la sensación de que su vida es buena, tiene sentido.

Pongamos la piedra fundamental de una tarea ineludible, la de hacernos cargo de nuestra propia vida, y en ese camino, experimentemos la felicidad…

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