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  • 09 MAY 2024, Actualizado 17:25

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. ¿Sientes que todos avanzan menos tú?

Confiesen, ¿quién de ustedes siente que está estancado en la vida?

¿Sientes que todos avanzan menos tú?

¿Sientes que todos avanzan menos tú?

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Mexico City

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta. 

Pocas cosas me pueden parecer tan melancólicas y frustrantes que sentir que no se avanza en la vida. Que se está estancado, paralizado y que, aunque a veces hasta se niegue ya el deseo, hay una voz que no cesa de pedirnos que ya salgamos de ese estado. Sin embargo, a cada instante podemos tomar la oportunidad de actuar distinto si tan sólo empezamos, aunque sea de a poco, a desarrollar confianza en nosotros mismos. No se necesita mucho más.

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¿En qué aspectos de la vida nos podemos sentir estancados o atascados?

En cualquiera:

Economía, estado físico, relaciones sociales, romance, inteligencia, profesión, familia…

¿Cómo es eso de no avanzar?

Hay una sensación, pero casi siempre proviene de una comparación.

Sentir que no se avanza en la vida es el resultado de la evaluación entre:

Dónde estás.

En este momento de tu vida.

Dónde se supone que deberías o dónde quisieras estar.

Según lo que tú crees o te enseñaron.

Aquí entran estándares ajenos que has hecho propios casi sin darte cuenta y que se vuelven una especie de “Deber ser”.

Para la edad que tienes.

Peor aún cuando te comparas con otros más jóvenes que ya han logrado lo que tú no.

Comparado con otras personas.

Que evidentemente para esta comparación cuidas de ser una persona muy selectiva porque sólo te comparas con aquellos que ya llegaron a lo que tu llamas éxito.

La trampa de las comparaciones

En esto de sentir que no se avanza, cuando proviene de una comparación con otros, generalmente ocurre una distorsión.

Te comparas con alguien que ya llegó a dónde tú quisieras llegar, pero no tomas en cuenta.

Lo que tuvo que hacer.

Los precios a pagar.

El cómo estar ahí ha cambiado su vida.

A veces fantaseamos que estar ahí por sí mismo nos haría felices y, sin descartar que la persona con la que te comparas lo sea, es probable que no sea sólo tener eso lo que la haga feliz.

Todos siempre estamos buscando algo más; progresar es parte de la naturaleza humana.

¿Entonces la solución es dejar de compararse?

No es dejar de hacerlo, sino cómo se hace.

Sin embargo, hay otro elemento más obvio que te mantiene en la sensación de que no estás avanzando y es:

Que efectivamente no estás avanzando.

Porque no actúas.

Procrastinas.

Evades.

Te justificas.

¿Por qué decimos que queremos algo, nos quejamos de no tenerlo, pero poco hacemos para conseguirlo?

Por miedo.

A no lograr lo que se quiere.

Y entonces defraudar, quedar en ridículo, decepcionar y, como resultado, confirmar lo que en el fondo ya se creía:

Que somos personas poco valiosas.

A sentir que no se merece y entonces sentirse un fraude al lograrlo.

Ya estar en riesgo perpetuo a:

Recibir un castigo de la vida.

Ser descubierto, exhibido y denostado por el mundo.

A la crítica de los demás.

Esto especialmente cuando lo que queremos no va en línea con lo que alguna vez nos dijeron que deberíamos de querer.

A veces el miedo se disfraza de:

Pereza.

Si no lo intento lo más que me pueden llamar es baquetón, pero nunca fracasado.

Perfeccionismo.

Como hay tantos detalles que cuidar, hay que estar absolutamente seguros de que todo ha sido previsto y adecuado para poder empezar.

Aquí a lo sumo de lo que te puedan acusar es de obsesivo, pero nunca de fracasado.

Muchas veces es menos doloroso asumir que somos unos perezosos, que tenemos mala suerte, que somos ansiosos o que somos víctimas de injusticias que tener que admitir que somos insuficientes y que no tenemos lo básico que se requiere en la vida para alcanzar las metas.

La buena noticia es que eso tiene un mucho de fantasía.

Lo tienes, pero temes usarlo.

Muchos de esos miedos son irracionales ¿por qué asustan?

Es verdad que desde afuera se ven así, pero desde adentro se viven como algo aterrador.

Pero en realidad no son las cosas que nos asustan lo que nos paraliza, sino la incapacidad y falta de confianza en nosotros mismos lo que nos lleva a sentirnos vulnerables e indefensos ante lo que sea.

Se crea una sensación de desesperanza, impotencia e indefensión que proviene de una creencia básica:

No voy a poder.

Esta creencia parte de una evaluación negativa aprendida muy temprano en la vida (la autoestima baja).

¿Qué hacer?

Ocúpate de que en lo que quieras avanzar sea tuyo y dependa de ti:

Sea tuyo.

A veces nos sentimos atorados porque alguien no toma una decisión que estamos esperando que tome para poder actuar.

Como el que espera que un hijo bastante adulto se vaya de la casa a hacer su vida para poder rehacer una vida romántica o viajar si se quiere.

En este caso estás deteniendo tu avance esperando que algo que no es tuyo avance para poder pasar como si fuera una especie de semáforo emocional que está en rojo.

Como con un semáforo, cuando ves que ya lleva buen rato en rojo sin cambiar, deberías empezar a pensar en la posibilidad de que esté descompuesto y deberías cruzar con precaución para seguir avanzando.

Dependa de ti.

Hay quien está muy mortificado porque en la familia una tía no le habla a la otra y la abuelita ya agarró bando. Eso sólo puede conducir a la frustración, porque lo que estás esperando, que tu familia arregle sus conflictos, depende de otro.

Lo ideal es que tu te enfoques en tener buena relación con quien se pueda con, sin y a pesar de tu familia.

Si te vas a comparar hazlo adecuadamente.

Es decir, compárate con otro no dónde está ahora (el éxito) sino dónde estuvo en un nivel parecido al que tú te encuentras ahora.

A partir de eso puedes indagar qué hizo (él y muchos como él) para salir de ahí y llegar a donde llegó.

No puedes comparar procesos con resultados. Tú eres una persona que está en proceso.

No tienes que aventarte, sino confiar.

Y no me refiero a confiar en que todo saldrá bien (pensamiento mágico).

Es confiar en que, pase lo que pase, tendrás la capacidad de hacerle frente para evitarlo, resolverlo o adaptarte a lo que venga.

Es la capacidad fundamental que nos hace sentir que somos personas capaces de hacerse cargo de su vida.

Actúa.

Se puede actuar revolcándose en la propia desgracia personal o se puede actuar avanzando hacia dónde se dice que se quiere avanzar.

¿Tienes miedo de equivocarte? Lo harás.

¿Tienes miedo a que te critiquen? Lo harán

Pero a pesar de eso, seguirás, no porque en el fondo te sientas con total seguridad, sino porque:

Tu corazón lo quiere.

Ya te mereces salir de ahí.

Esta vida es una.

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