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  • 05 NOV 2024, Actualizado 12:47

CON MARTHA DEBAYLE

Nuevos avances en el estudio de la psicopatía

Les vamos a contar lo más reciente en el estudio de la psicopatía, ¿un psicópata nace o se hace? ¿tienen sentimientos? ¿pueden amar?

Nuevos avances en el estudio de la psicopatía

Nuevos avances en el estudio de la psicopatía

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Ciudad de México

En cabina con la doctora Feggy Ostrosky, neuropsicología, Profesora e Investigadora de la UNAM, con posgrado en trastornos de la Comunicación en la Universidad de Northwestern, Illinois y Doctorado en Biomedicina en la Facultad de Medicina de la UNAM (TW: @feggyostrosky // FB: feggy.ostrosky).

Al escuchar la palabra psicópata, la mayor parte de las personas piensan en personajes de películas como Hannibal Lecter en el Silencio de los inocentes, Adolf Hitler e incluso otros consideran a personas con las que interactúan cotidianamente como su jefe, su socio o su pareja

Aunque los psicópatas son personas muy trastornadas, no están “locos” en el sentido de no estar conectados con la realidad, es decir, no presentan graves alteraciones en el pensamiento y la percepción, como son las alucinaciones y los pensamientos alterados que caracteriza a los esquizofrénicos y a otros individuos con psicosis. Es decir, la psicopatía no es un trastorno mental, sino un trastorno de la personalidad.

Trastorno de la personalidad

La personalidad es una manera de ser.

La psicopatía es una manera de ser en el mundo.

Los trastornos de la personalidad son esquemas de comportamiento y relación con el ambiente que son relativamente fijos, inflexibles y, lo más importante, socialmente inadaptados, en lo cual se incluye una variedad de situaciones.

Dicho de otro modo, toda la gente tiende a enfrentarse a las situaciones de la vida con un estilo propio. Por ejemplo:

Algunas personas responden a los problemas buscando la ayuda de otros.

Otras siempre asumen que pueden manejar los problemas por sí mismas.

Algunas minimizan los problemas, otras los exageran.

Y aunque cada persona suele responder de una cierta manera, la mayoría puede intentar otro camino si su primera respuesta no dio resultado.

En cambio, las personas con un trastorno de la personalidad no pueden adaptarse a su medio, lo cual les trae problemas en sus relaciones sociales e interpersonales; y generalmente, no son conscientes de su problema.

¿Qué onda con los psicópatas?

Los psicópatas son personas aparentemente normales, lo que los convierte en una amenaza psicológica para los que se relacionan con ellos.

Su frialdad, egoísmo y falsedad corroen sus relaciones sociales a todos los niveles.

A pesar de ello, pueden tener un gran encanto superficial, que junto con su flexibilidad moral y falta de remordimiento, les permite ser muy exitosos en nuestra actual sociedad.

Los psicópatas son los culpables de mucha de la mísera en nuestro entorno; particularmente, alteran las vidas de las personas que los rodean.

Como aquellos esposos que externamente son encantadores y exitosos en el trabajo, pero en el hogar fríos y egoístas, sin mostrar interés en la vida de los hijos.

Muchos de ellos, son figuras dominantes, que mantienen “encarceladas” a sus esposas sometiéndolas a abuso físico y psicológico.

Pero reconocer que una de las personas más importantes y queridas de nuestra vida tiene un trastorno de personalidad y que hemos estado sufriendo a su costa no es sencillo.

Principales rasgos de la psicopatía

No todos los psicópatas son criminales…

La imagen que tenemos de un psicópata, construida por los medios de entretenimiento y comunicación (la de un depredador que busca, acecha, captura, tortura y da muerte a su víctima a sangre fría, sin remordimientos), sólo corresponde a la figura de algunos de estos individuos, pero no a la de todos. Muchos psicópatas no llegan a cometer crímenes violentos.

Ser psicópata no es sinónimo de ser criminal y muchos de estos individuos nunca entran en contacto con la justicia, algunos son trabajadores informales, otros empresarios sin escrúpulos, políticos corruptos o profesionistas carentes de ética que usan su prestigio y poder para victimizar a sus clientes, a sus pacientes o a la sociedad en general.

Los individuos con una personalidad psicopática satisfacen sus necesidades valiéndose de reglas propias y utilizando a las otras personas como “objetos”.

Este tema ha preocupado a la sociedad desde la antigüedad porque siempre han existido personalidades anormales como parte de la población. Personas cuyo tipo de conducta llamaba fuertemente la atención y a las que no se les podía calificar de “locos” ni de “cuerdos”; es decir, aquellas que se encuentran en un punto intermedio.

Los psicópatas, en el plano personal, son presuntuosos, arrogantes, insensibles, dominantes, superficiales, manipuladores. En la manifestación de sus afectos son irritables, incapaces de establecer fuertes vínculos emocionales con los demás, carentes de empatía, sentido de culpa y remordimiento. Estos rasgos interpersonales y afectivos están asociados con un estilo de vida desviado que incluye comportamientos irresponsables e impulsivos, así como una tendencia a ignorar o violar las convenciones y normas sociales.

Su sentido del yo es narcisístico, se sobrevolaran y necesitan controlar a los demás, por lo que son mentirosos, fríos, irritables e impulsivos, y muestran su inhabilidad para mantener una relación y su falta de culpa y remordimiento.

¿Qué es lo que está mal con estas personas?

Se les ha descrito coloquialmente como “humanos a los que les falta el alma”.

Esta falta de calidad espiritual los hace máquinas muy eficientes.

Pueden ser brillantes, escribir artículos y libros magníficos, imitar palabras emocionales, pero es evidente que sus palabras no están de acuerdo con sus acciones.

Existe una relación estrecha entre la psicopatía y el comportamiento antisocial y criminal.

No todos los psicópatas caen en la criminalidad, pero cuando así sucede, se distinguen del resto de los delincuentes.

Su comportamiento criminal tiene un carácter predador: Ven a los demás como presas emocionales, físicas y económicas.

Predominan entre los asesinos en serie que planifican fríamente los asesinatos, tienen gran habilidad para camuflarse (engañar y manipular), así como para acechar y localizar los “cotos de caza”, que suelen ritualizar sus asesinatos, con el toque final del trofeo de su víctima simbolizado en una prenda u otro objeto que toman como recuerdo.

Lleguen o no a ser asesinos en serie, los psicópatas abundan entre los delincuentes.

Los estudios reportan que su incidencia en la población total es del 1 a 3%.

Los hombres son 5 veces más aptos de presentar psicopatía que las mujeres (en ambos casos ocurre entre los 25 y los 44 años).

En la población reclusa es de 25%. Su tasa de reincidencia es muy alta.

Antes de transcurridos 6 años después de su puesta en libertad, más de 80% de los psicópatas, frente a 20% de los no psicópatas, reinciden violentamente; la crueldad de sus actos parece crecer con la reincidencia.

La característica distintiva es una violencia fría y devastadora.

También se ha estimado que son psicópatas entre 25 y 30% de los maridos que maltratan a sus esposas de manera reiterada y que están en un programa de tratamiento impuesto por un tribunal.

El psicópata ¿nace o se hace?

La psicopatía no se puede entender en términos de fuerzas e influencias sociales y ambientales, ni tampoco exclusivamente en términos de factores biológicos.

Nace de complejas interacciones entre predisposiciones biológicas y factores sociales. En los últimos años se ha avanzado en los análisis de correlatos o predisposiciones biológicos.

El funcionamiento cerebral del psicópata

Utilizando técnicas de neuroimagen, se ha observado que los asesinos impulsivos tienen menor activación en áreas cerebrales prefrontales que las personas normales.

En esta zona de la corteza parece residir la capacidad de controlar acciones mediadas por estructuras como la amígdala.

Esta estructura subcortical se relaciona con la agresividad, y un alto porcentaje de los psicópatas presentan tasas de actividad cerebral muy altas.

Aparentemente, su conducta esta inducida por altos niveles de actividad subcortical sin el control de la corteza prefrontal, área encargada de integrar y organizar la actividad cerebral.

Esto es, existe una disfunción de la corteza frontal ventro-medial, encargada de la integración cognitivo-afectiva) y en la corteza frontal dorsolateral, que participa en la inhibición de respuesta, así como una comunicación ineficaz entre éstas y otras regiones del cerebro.

Su conducta no se ve modificada por las emociones que pueden ayudar a inhibir el comportamiento de una persona normal. Para ellos, los frenos emocionales del comportamiento, es decir, la conciencia, son débiles y esto les permite cometer actos predadores y violentos sin ningún escrúpulo.

Sentimientos como amor, felicidad y muerte en el psicópata

Mientras que el cerebro de las personas normales dedica más tiempo a los conceptos emocionales estimulantes, los psicópatas son incapaces de relacionarlos con algún tipo de sentimiento y no se aprecia diferencia alguna en su cerebro.

Mientras un concepto emocional provoca mayor actividad de los lóbulos frontales y parietales en el cerebro de los participantes normales, estas áreas parecen estar desconectadas en los psicópatas.

Aún se desconocen las causas de este funcionamiento anómalo, pero existen indicios de que pueda deberse a la escasa o nula producción de neurotransmisores o mensajeros químicos del cerebro. Justamente, es esta necesidad por emociones fuertes la que provoca que el psicópata busque situaciones peligrosas.

Gen egoísta: “desalmado en la paz, héroe en la guerra”

Siguiendo a Darwin, se podría especular sobre un porqué del psicópata: tal vez estas personas sirvan como un “seguro” de la especie o del grupo social.

Ante una emergencia, alguien debe responder con características no habituales para hacer frente a la situación totalmente anómala, imprevista o extraña.

Así, en un caso de guerra, aquél que es etiquetado como “desalmado”, “cruel” e “insensible” es el héroe.

Es aquél que está al frente, que asume más riesgos que el resto de la población y lleva adelante acciones que la mayoría no se atrevería a realizar: el comando de un grupo de guerra.

O sea, esa potencialidad es totalmente desfavorable en tiempo de paz y puede llevar a esta persona a desarrollar conductas muy agresivas para su entorno, incluso delincuencia y criminalidad. En situaciones anómalas, se ajusta perfectamente a los requisitos de emergencia que tienen que desarrollar.

No todo es biología

Hay rasgos psicopáticos que se observan desde la infancia, incluyendo crueldades hacia los animales o los otros niños, desprecio por las jerarquías escolares, aberraciones de conducta que suelen ser “amortiguadas” por los docentes y familiares so pretexto de “problemas emocionales” o “travesuras”.

Se han identificado factores medioambientales; por ejemplo, algunos señalan que son criados por padres que los sobreprotegen y los niños aprenden entonces a esperar un trato especial de todos y a lograr lo que desean; otros dicen que son niños descuidados y desarrollan un trastorno de personalidad como mecanismo protector para esconder una baja autoestima.

Se trata de privación de calor humano, descuido por parte de los padres que los obliga a depender de ellos mismos; de problemas que afectan el apego emocional entre padre e hijo, ya sea por daño en el niño o por dificultades con los padres: el niño aprende que el mundo es frío, sin amor y un lugar vicioso.

Para protegerse de este mundo hostil, desarrolla características de autoprotección, como agresividad, maneras beligerantes, engaño, resentimiento hacia la autoridad y la habilidad de “prender” y “apagar” su encanto. Irónicamente, estos rasgos repelen a los demás y así se confirma la visión del mundo como un lugar hostil, con lo cual se inicia un círculo vicioso cuyo resultado final es la psicopatía.


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