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  • 26 ABR 2024, Actualizado 03:42

Historias encontradas: Crónica de un gramo de coca

Hace 45 días llovía en la selva colombiana y un gramo de cocaína comenzaba una larga travesía rumbo a tierras mexicanas

Historias encontradas: Crónica de un gramo de coca

México.- Hace 45 días llovía en la selva colombiana y un gramo de cocaína comenzaba una larga travesía rumbo a tierras mexicanas. Hace una semana, un viernes como hoy, Carlos fue a una fiesta en una conocida colonia de la Ciudad de México. En la fiesta algún lectorcillo entusiasta recordaba su última línea de coca consumida parafraseando a Robert Sabbage “Me sentía como ciego de nieve, todas mis terminaciones nerviosas ahogadas en champagne. Y sólo ahí supe de que se trababa la fiesta” Ante semejante descripción Carlos decidió que era un buen momento para experimentar y decidió marcarle a El Benny. Benny es un dealer con servicio a domicilio que por 450 pesos entrega 1 gramo de cocaína. Una transacción de este tipo no toma más de un minuto. Llamas, das tu nombre, el dealer levanta tu orden y te cita dentro de 20 minutos en la puerta del lugar en el que te encuentras. Con esta información, el dinero en el bolsillo y el corazón vilo, Carlos marcó

Veinte minutos después, con puntualidad casi inglesa, un jetta blanco se estaciona en la puerta de la fiesta. El Benny abre la puerta del coche y como si se conocieran de años lo invita a subir. Calos titubea y sube. Las pocas dudas que Carlos podía tener se disipan en cuanto El Benny lo saluda como si fueran dos compadres, le estrecha la mano y dice: “Calma hermano sólo es una vuelta”. Y sí, dan una vuelta a la manzana y a cambio de tres arrugados billetes Carlos recibe media cuartilla de papel doblada cuyo contenido no se atreve a revisar hasta que El Benny lo ha devuelto a la fiesta. De vuelta en la fiesta Carlos no sabe que hacer y contacta a tres amigos. Se meten al primer cuarto libre que encuentran. Temblorosos desdoblan el papel y ahí está, 1 gramo de polvo blanco. La felicidad instantánea o la perdición. No lo saben. Alguien saca su tarjeta bancaria y divide el gramo. Logran 6 líneas. La duda es la que mata, y mientras Carlos enrolla un billete para inhalar su línea, lee en el anverso: “Amo el color del jade, y el enervante perfume de las flores” Carlos piensa, ¿Nezahualcóyotl, desde un billete de 100, le manda mensajes cifrados? Esa primera línea de coca será el nado en champagne que le prometieron o su gramo es tan poco puro que posiblemente le costará la vida. No sabe

Carlos, tu turno, le dice el de a lado. Carlos respira hondo, se acuclilla, se lleva el billete enrollado a la nariz e inhala: Lo demás es silencio.

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