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  • 25 ABR 2024, Actualizado 09:09

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. Fidelidad forzada en tiempos de coronavirus

Durante el encierro que vivimos, una infidelidad bruscamente detenida deriva en diversas situaciones y les vamos a decir qué onda con eso

Fidelidad forzada en tiempos de coronavirus

Fidelidad forzada en tiempos de coronavirus

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Mexico City

Tere Díaz, psicoterapeuta, especialista en desarrollo personal y terapia de pareja.

Hay buenas relaciones de a dos, que en realidad son de 3 o de 4.

La pandemia nos ha obligado a parar la vida, y con ello, la vida secreta y estimulante, que aporta un amante.

La mayoría de las parejas pactan –implícita o explícitamente- acuerdos de fidelidad y la minoría los cumple.

No hablaré aquí de las infidelidades abusivas, patanas, descuidadas, efecto de los machismos que vivimos. Esos son más bien casos de abuso descarado de privilegios que complejidades de la vida personal o de la vida relacional.

La infidelidades generalmente sirven a diversos propósitos. Entre los más comunes son:

Resolver tareas pendientes personales que quedaron inconclusas en etapas previas de desarrollo.

Manejar la ansiedad de periodos de vida transicionales que llevan a un estrés extremo. Hay quienes en esas situaciones beben de más, trabajan de más, duermen de más, cogen de más o son infieles… (a veces de más).

En el caso de la vida de pareja, la infidelidad puede ser:

Una puerta de salida a algo que ya no funciona.

Una crisis que genera el tener que poner sobre la mesa la situación de la pareja, los problemas no resueltos y la actualización de la relación.

El cambio de acuerdo en relación a la fidelidad y exclusividad sexual pactada en la pareja.

Durante el encierro que vivimos, una infidelidad bruscamente detenida deriva en diversas situaciones. Algunas de ellas serían:

Tomar conciencia de que no quiero estar en mi relación de pareja base. Descubro que la compensación que me da el amante solo tapa el gran malestar que vivo en mi matrimonio.

Sentir alivio porque ya quería parar esa situación que me ponía en riesgo y veo que puedo vivir sin ella.

Reconozco lo que no he podido afrontar en mi relación y aprovecho estos momentos de crisis para hablar de lo que realmente espero y necesito en la relación.

Me cachan (por pendejo) en tanto que tengo una compulsión por estar en contacto con ese otro y creo una gran crisis que me obliga a moverme de lugar.

Me vuelvo un experto en Sexting (y demás tecnologías) porque así sostengo la posibilidad de continuar y no revisar nada de lo que me pasa.

¿Habrá mejores salidas posibles al malestar amoroso y al dilema de la infidelidad?

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