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  • 18 ABR 2024, Actualizado 20:30

CON MARTHA DEBAYLE

CON MARTHA DEBAYLE. Coronavirus: Hasta que el apocalipsis nos separe

Les contamos que en Wuhan, China crecieron los divorcios por la cuarentena del coronavirus

Coronavirus: Hasta que el apocalipsis nos separe

Coronavirus: Hasta que el apocalipsis nos separe

21:35

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Mexico City

Mario Guerra, tanatólogo, conferencista, business coach, psicoterapeuta. 

Estamos pasando por una situación nunca antes vista por muchas generaciones a nivel mundial. Ya hemos visto que el miedo existe y eso nos lleva a tomar precauciones para evitar contagiarnos y propagar la COVID-19. Entre esto está la convivencia intensiva bajo un mismo techo que involucra quedarse en casa, hacer home office, tener a los niños todo el día en casa y, como cereza del pastel, la ansiedad que se experimenta por el confinamiento que quiere encontrar salida por alguna parte. Esto será un reto para muchos de diferentes maneras, pero ¿cómo afecta específicamente a la relación de pareja y qué puede hacerse con esto?

¿Por qué deberíamos hablar de este tema?

¿Qué no el amor todo lo puede y más en momentos de crisis?

Para empezar no se puede deletrear DIVORCIO sin usar las letras del COVID, pero más allá de bromas, la realidad es que, dependiendo de la duración y efectos de esta cuarentena en nuestras vidas, habrá un impacto personal y en nuestras relaciones de pareja a raíz de todo lo que está ocurriendo.

¿Diríamos entonces que esto es como una prueba para las relaciones?

Pues digamos que tanto como lo podría ser una enfermedad seria o una crisis laboral o financiera.

Lo que está a prueba en todo caso es la manera en que cada uno vive y maneja la crisis internamente. En realidad la relación de pareja es la que padece los efectos de nuestro manejo eficiente o deficiente.

Los escenarios

Los que ya de por sí conviven

A estos ya la COVID-19 los sacó de sus rutinas de convivencia – espacio personal. .

Los espacios sin la pareja se hacen escasos y la convivencia intensiva.

La ansiedad que está presente tiene que salir por algún lado (a ella no le gustan las cuarentenas) y suele proyectarse en aquella personas más cercana que sentimos que aguanta más (porque hay cariño y confianza).

Los que conviven con hijos

A lo mejor hay buenas intenciones de ver la serie favorita, leer los libros acumulados o simplemente aprender a meditar juntos. El tema es que no hay escuela, ni cines, ni nada y los niños empiezan a rebotar en las paredes de aburrimiento, lo que complica muchos intentos de organizarse.

Diferencias en lo que se permite, lo que no, y la saturación por las demandas infantiles hacen que el hilo se rompa por lo más delgado.

Los que no viven juntos

Un tanto habituados a no verse siempre o diario.

Pero no es lo mismo por voluntad que por necesidad.

de pronto un poco de envidia de escuchar como otras parejas que sí conviven en la cuarentena

Los que ya traían cuentas pendientes

¿Es buena idea aprovechar el confinamiento para arreglar temas pendientes?

Es una buena oportunidad para conversar, pero no se que tan favorable sea sin conocer el nivel de madurez emocional de cada uno.

Creo que ir a la segura sería posponer conversaciones complicadas o intentarlo, pero si ven que las cosas se empiezan a poner feas, mejor declarar una pausa sobre el tema.

Recuerden que de por sí normalmente hay una dosis de ansiedad en estas circunstancias a la que podemos mantener a raya por algún tiempo a través de invertir cierta energía; ¿para qué agotar esa reserva tratando asuntos que podrían resolverse en un mejor clima o situación?

Los que estaban empezando

Puede acelerar la intimidad al estar atento a pensamientos, sentimientos, opiniones, fortalezas, manías y necesidades del otro que, de otra forma, no se hubieran presentado tan rápido en la relación.

La nostalgia puede ser mayor si estaban en el proceso del enamoramiento neuroquímico que suele ser muy intensos y obsesivo.

Los que estaban empezando a convivir cada uno con hijos propios

Adaptarse a vivir en una familia compuesta puede ser un reto en lo que todos se conocen y se establecen reglas domésticas de convivencia.

Los espacios personales son fundamentales acá, pero si ahora no los hoy, van a conocer una parte de cada uno que quizá no vuelvan a ver jamás en otras circunstancias.

Los de posturas opuestas acerca de lo que está pasando

Imaginen el siguiente escenario. Un catastrofista y un indolente juntos.

Uno dice que el fin de los tiempos se acerca y que hay que guardarse ya hasta que todo haya pasado o hasta que la vida se extinga del planeta. Que no hay que ver a nadie, hablar con nadie, ni tocar nada que venga del exterior. Que no hay que poner en riesgo a los abuelos así que los niños no los visitarán y que del parque ni hablar porque el virus pulula por el aire. Es más que la señora que ayuda con los quehaceres o ayuda con los niños ya no entra por nada porque seguro es foco de infección.

El otro dice que eso es una exageración porque en realidad no está pasando nada y que los niños necesitan socializar y divertirse. Además los abuelos los extrañan y quieren verlos. Que con que se laven las manos basta y sobra. Que va a salir más caro el remedio que la enfermedad si se aíslan del mundo por completo. Y que quién se va a hacer cargo de la casa si no hay nadie que ayude?.

Los acaparadores

De atención

Como lo que pasa de forma natural jala nuestra atención y además invertimos mucha energía en adaptarnos a las nuevas rutinas e incertidumbre, no queda mucho espacio para que una pareja con una necesidad de atención voraz reciba lo que siente que necesita y posiblemente se quiera hacer notar por todos los medios posibles. Desde compartiendo noticias catastróficas hasta sintiendo síntomas de COVID-19.

Esta actitud acaba por hartar hasta al más santo.

De espacios

Si los espacios en casa son limitados. Por ejemplo baño, TV, recámara, etc., hay quien quiere seguir haciendo la vida como si viviera en soledad y entonces se encierra a chatear en el baño, quiere ver su programa favorito en la única tele de la casa, freír calamares al mojo de ajo dentro de la cocina-sala-comedor del departamento o poner a todo volumen un ruido disonante tóxico (que algunos llaman reggaetón).

Civilidad y empatía sería la clave en estos momentos donde adaptarnos a un estilo que venga razonablemente bien a todos es fundamental.

Las soluciones

Poner en contexto y perspectiva el presente.

La idea es que su relación dure más que la pandemia y no al revés.

Integren

Además de la conveniencia de mantener rutinas y horarios para darle un poco de estructura al caos, conviene que todos los habitantes de la casa se involucren de alguna manera en las tareas domésticas.

Tener una actividad estructurada y una responsabilidad (acorde a la edad y capacidad) ofrece una mayor sensación de control que sólo juegos, entretenimiento y actividades al azar.

De hecho este podría ser un buen comienzo para la redistribución de tareas domésticas y que no sólo quede como algo de la crisis.

En el caso de los niños, la experiencia de aburrimiento es parte sana del desarrollo y una gran precursora de la creatividad, sólo no dejen al alcance de los niños pequeños herramientas peligrosas o armas de destrucción masiva..

A los pequeños les tocó vivir algo que probablemente a ninguno de nosotros le había tocado, así que tendrán que encontrar la manera de adaptarse a esto.

Por supuesto que les va a ser más complicado a las familias que cada puente se iban a donde sea con tal de no estar “encerrados” en la casa y no será tan tormentoso para los que a veces se quedaban adentro a conversar, ver una peli o hacer galletas juntos en casa.

Conversen

Es verdad que la conversación puede estar más orientada a la familia, la salud y la economía que hacia la pareja en sí misma, pero es importante que se generen ciertos momentos para conversar de cómo se están sintiendo, lo que están pensando y los ajustes que cada uno va necesitando durante el proceso. Incluso hasta saber si se necesitan más o menos espacios de privacidad.

Si no viven juntos o no pueden estar en directo por la cuarentena, usen la tecnología que afortunadamente hoy existe.

Conversar sobre pensamientos y sentimientos de cada uno es algo que fortalece la intimidad.

Hablen de lo que piensen, sientan y teman de manera personal. Hablen de Ustedes. No usen tanto el espacio para reportar las calamidades del momento, que para eso hay sitios de noticias a pasto.

Pero hay una salvedad; si cada vez que conversan acaban peleando y acusandose mutuamente de ser el causante de esta pandemia mundial, pasen al siguiente punto.

Hagan una tregua

Además de lo anterior, algunos ya de por sí traen algunas cuentas pendientes o resentimiento atorado. Pienso que este no es el mejor momento para cobrar deudas porque las respuestas a esto pueden ser más impredecibles que la misma evolución del virus. Sugiero en el caso de fricciones, viejas deudas o asuntos filosos por resolver, que en este momento se haga una tregua. Pasada la crisis ya habrá oportunidad de hablar de aciertos y desaciertos, hacer reclamos, pero sobre todo buscar soluciones. Para esto se necesita buena voluntad y disposición. El enemigo es el virus, no ninguno de nosotros dentro de una relación o una familia.

Pensar a largo plazo

Traten de visualizar que muchas conductas desafortunadas que pueden presentarse hoy son producto de lo que está pasando y no necesariamente una señal que indica que no deben estar juntos.

Recuerden que ante circunstancias atípicas, es típico tener reacciones atípicas.

Esto es temporal y pasada la tormenta habrá un gran alivio, pero muchas cosas revueltas. La idea es que al volver la luz no encontremos un mundo emocional, de pareja o familiar hecho trizas

Habrá quien con esto se una más y otros que vayan al límite de su paciencia. Se trata de encontrar una manera de convivir con alguien, con todo y sus necesidades y ansiedades, cada minuto de cada día en un espacio limitado durante un período de tiempo incierto. Si creen que esto va a resultar sencillo porque ya viven juntos y se aman, sugiero que no se confíen.

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